20 Sep, 2014 | Con algo más que un nudo en la garganta:

Gracias a que ayer me avisaron que, a Farmatodo, ayer mismo, llegó Euthyrox, hoy en la mañana fui y me vendieron dos cajas de 25 mcg, con 25 tabletas cada una. Hace minutos volví a ese establecimiento y ya no quedaba ninguna. Pedí una crema facial (que también ya no se consigue, pero ahora llegó) y dos cajas de un antialérgico (que también ya no se consigue, pero ahora llegó).

Una señora, de unos casi ochenta años, parada a mi lado, me preguntó si tomaba Euthyrox. Le dije que una de mis perritas (Niquita) necesita 600 mcg diarios, que estoy muy preocupada, ya que cuando la rescaté de la calle estaba muy, muy, muy mal, que su recuperación fue muy lenta y que ya tiene un año estable gracias a este medicamento y al antialérgico, y que, precisamente, por no tomar suficiente Euthyrox, la piel se le está oscureciendo de nuevo y otra vez se le están aguando los ojos.

-Yo también tomo.

-¿Cuántos diarios, señora?

-125 mcg.

-¿Y cómo se siente al no tomarlo?

-Muy mal, m'hija. Mucha taquicardia, me sudan mucho las manos, agotamiento, pero, sobre todo, la taquicardia es muy fuerte. Qué situación tan difícil estamos viviendo en este país, m'hija. Cómo es posible que estemos así, que nos tengan así, sin medicinas, sin alimentos, hasta sin pañales. No producimos nada, m'hija, nada.

Tomé del brazo a la señora y no sé cómo hice para contener mis lágrimas. Esa señora podría ser mi abuelita, tu abuelita. Ahora lloro porque la verdad no aguanto esta situación, esta inmensa impotencia. Diariamente vemos colas (y no es cierto que todos los que hacen colas son revendedores, no es cierto, porque he visto a muchas personas y he hablado con ellas, y no se forman para revender, sino porque realmente necesitan el producto para ellas y sus familias) desde muy tempranas horas de la mañana, caras desanimadas, con niños en brazos, bajo el sol, y este dolor que nos invade a quienes estamos viviendo esta pesadilla, lentamente nos está matando emocionalmente.

Esta señora, esta abuelita, con quien acabo de hablar, no es no es de izquierda ni de derecha. Esta abuelita es una persona sencilla, amable, educada, cariñosa, quien iba acompañada de dos señoras (supongo que son sus hijas), quienes tuvieron que dejar un medicamento porque, al escuchar que sobrepasaba los Bs 400, no les fue posible comprarlo.

No es justo, de verdad, no es justo que nos tengan así. Todos los venezolanos, como seres humanos que somos, merecemos vivir dignamente.

*Escrito en Porlamar, el 30 de agosto de 2014.