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25 de abril de 2024





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Quizás todavía se esté a tiempo de salvar el modelo
Quizás todavía se esté a tiempo de salvar el modelo. Este objetivo no se lograría si se aplica la política del shock neoliberal clásico que no toma en cuenta a la gente.
Leopoldo Puchi / elepuchi@gmail.com

16 Sep, 2014 | El modelo de distribución democrática de la renta petrolera y de economía mixta había venido recibiendo heridas graves desde hace ya varios años. Ausencia de ajustes periódicos en la tasa de cambio; expansión ilimitada de la masa monetaria. En 2012 el modelo recibe una puñalada grave, casi mortal: 20 mil millones de dólares fueron otorgados para importaciones que no llegaron.

En estas circunstancias, no se han podido liquidar las divisas de importaciones por un orden de 13 mil millones de dólares. Los inventarios se vinieron al suelo y la escasez vacía los anaqueles y corroe los espíritus. Una combinación fatal: ineficiencia de los ministros en el manejo de la macroeconomía, corrupción y contrabando. Lo paradójico es que un modelo que se basa en el control estatal de la economía falló allí, precisamente, en los controles. Es como cirugía sin cirujanos, una orquesta sin director, trenes sin horarios.

Quizás todavía se esté a tiempo de salvar el modelo. Este objetivo no se lograría si se aplica la política del shock neoliberal clásico que no toma en cuenta a la gente. Tampoco “profundizando el socialismo”, si por ello se entiende ampliación de la propiedad pública. Ya se conoce la ineficiencia de los gerentes del Estado y la poca voluntad de los trabajadores para asumir esas tareas de control obrero o autogestión.

Tampoco se puede caer en el inmovilismo. Por eso “el sacudón” generó tantas expectativas, que han sido satisfechas sólo a medias. Todo indica que lo más razonable es una estabilización progresiva del modelo. Esto implica acciones inmediatas para detener la fuga de divisas que trascurre por la vía de la corrupción de funcionarios, banqueros y empresarios. También se trata de parar el contrabando, lo que requiere un sacudón de la Guardia Nacional, funcionaros de aduanas y en los puntos de distribución de Pdvsa. En fin, controles de verdad. Pero no por progresivas se pueden diferir las decisiones macroeconómicas. Hay que tomarlas de manera gradual, pero tomarlas.

Reordenar ya el gasto público, no seguir emitiendo moneda sin respaldo, convergencia real en los tipos de cambio, impulso al sector productivo, ajuste periódico de precios. La reorganización del equipo de dirección -vicepresidencias y ministerios- en función de las batallas a librar ha sido un paso indispensable. Pero falta algo más, un discurso global para la gente, la formulación explícita de un plan que rompa con la incertidumbre. Este es el más grande y difícil desafío que tiene Rodolfo Marco Torres. Primero fue el verbo.




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