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1 de mayo de 2024





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Importar es mejor negocio
A veces se descuidan o se dejan de lado algunas cosas buenas –que en esta era revolucionaria no abundan, y muchas se quedan en promesas- un poco por buena fe y otro poco porque no tenemos nada que perder, en especial quienes ya superamos la tercera edad y nos estamos acercando al temido umbral.
Rafael Di Prisco | rdiprisc@yahoo.com

2 Sep, 2014 | Es posible que esté equivocado, pero me ubico entre quienes creen que para los comunicadores, nosotros los "opinionistas" somos una piedrita en el zapato cuando nos metemos a brujos sin conocer la yerba y nos disponemos a opinar sobre cualquier materia o tema, y/o nos metemos con medio mundo. Pero la verdad es que apenas somos modestos "escribidores" que calificaríamos para "opinadores de intereses generales" –comenzando con este suscrito, por si acaso- sin pretensiones de dictar cátedra o ponernos como objetivo eso que en los medios, y fuera de ellos, se denomina "matriz de opinión" y que, por el hecho de disponer de un hipotético "certificado de primeras letras en comunicación", le damos rienda suelta a la audacia, y arremetemos contra todo lo que no nos guste o no nos parezca lógico, apropiado, conveniente, natural.

A veces se descuidan o se dejan de lado algunas cosas buenas –que en esta era revolucionaria no abundan, y muchas se quedan en promesas- un poco por buena fe y otro poco porque no tenemos nada que perder, en especial quienes ya superamos la tercera edad y nos estamos acercando al temido umbral. Sin pedantería alguna pero con suficiente audacia, digamos que, por lo menos, y a pesar de todas las limitaciones, podemos ufanarnos de saber escribir, estar pendiente de la sindéresis y tener un inmenso amor por este país.

Entonces, con esa confesada audacia, me dispongo a escribir de una de las mayores culpas de estos gobiernos ricos o pobres –revolucionarios o no- y preguntarme por qué diablos no solo no es posible dejar de ser un país importador sino que cada día que pasa dependemos más de las importaciones para sobrevivir.

El desabastecimiento es general, en cualquier sector o actividad comercial; tal vez la respuesta es que ya casi nada se produce en el país. No obstante, aunque muy bien conocido por el gobierno, no parece despertar el interés de las autoridades sino cuando las cosas se ponen muy feas. Si importar es más fácil, más cómodo, y mucho mejor negocio que producir, ¿por qué diablos ese aparato importador-distribuidor no es eficiente en manos del gobierno? ¿Por qué no se lo dan, entonces, a un grupo de inversionistas privados?

Lo mejor para el país sería reactivar el aparato productivo nacional, pero en el supuesto de que estuviesen dadas las condiciones para un entendimiento entre el gobierno y el sector privado, se requiere un tiempo para alcanzar la mencionada reactivación. Sinceramente, creo que vale la pena intentarlo, aprovechando los auspiciosos aires de financiamiento de deuda y de participación del FMI. Seguramente se tendrían que mantener las importaciones durante un lapso determinado, pero con sistemas de control de los organismos correspondientes.

El Estado dispone de una estructura comercializadora de las importaciones que no dudo en considerar completa y suficiente; pero no parece funcionar satisfactoriamente. Un día desaparece la leche; veinticuatro horas después no hay desodorante ni limpiador para los baños; desde hace meses el azúcar se vende en bolsitas de cuatro gramos cada una, como las que dan con el café o el té en panaderías y pastelerías; y comprar una batería o unos cauchos para el carro se ha convertido en uno de los trabajos de Hércules, que comienza en la madrugada con una de esas aterradoras colas de los acaparadores; y los medicamentos, ¡ay señor, bueno pues!, nadie sabe cuándo pueden llegar.




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