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4 de mayo de 2024





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Después de todo, el Mundial fue un éxito
Costó 11.500 millones de dólares. A pesar de que se preveían protestas, el ambiente se mantuvo en calma. Lo mejor fue el espectáculo de buen fútbol y goles que regalaron los equipos. Desde ya es considerado una de las mejores Copas del Mundo en la historia, y la mejor del siglo XXI.
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Foto: AP

Fanáticos brasileños. / Foto: AP

13 Jul, 2014 | Estadios inconclusos, violentas manifestaciones en las calles, caos en los aeropuertos. Los pronósticos más agoreros para la Copa del Mundo, en su mayoría bien fundamentados, se diluyeron en una lluvia de goles y dieron paso a otra realidad una vez rodó el balón: el torneo fue todo un éxito.

Así es, Brasil se salió con la suya.

Luchando contra el reloj desde hace años, los organizadores locales consiguieron tener los 12 estadios listos para el campeonato, algunos a pocos días del comienzo del Mundial. Uno de esos fue el Itaquerao de Sao Paulo, donde Brasil derrotó a Croacia 3-1 el 12 de junio para poner en marcha el campeonato. Esa instalación fue una de las más problemáticas en la antesala, escenario de varios accidentes, incluyendo uno en el que murieron dos obreros y que puso en serio riesgo el plazo para terminar la obra.

Finalmente, apelando a ese jeitinho brasileño –nadie sabe cómo, pero las cosas siempre se solucionan- el país anfitrión montó un espectáculo digno de los 11.500 millones de dólares que se gastaron para organizarlo, beneficiado además por un gran nivel de fútbol que no se veía en este torneo desde hace décadas. Curiosamente, la nota discordante fue la selección anfitriona, humillada 7-1 por Alemania en las semifinales.

El Mundial más caro de la historia deja un legado de al menos cuatro estadios –Brasilia, Natal, Cuiabá y Manaos- destinados a convertirse en elefantes blancos. Sin clubes de Primera División en sus ciudades, estas instalaciones que costaron un total de 1.600 millones de dólares ya buscan alternativas para llenar las gradas y pagar las cuentas.

Muchas de las obras de infraestructura que se prometieron para el campeonato no fueron terminadas o quedaron a medias, entre ellas un puente en la ciudad de Belo Horizonte que colapsó a principios de julio y dejó dos muertos y 23 heridos. Los trabajos en algunos aeropuertos fueron terminados a la carrera, aunque en términos generales la transportación aérea, vital para moverse de sede en sede en el quinto país más grande del mundo, no fue la pesadilla que algunos se temían.

Cientos de miles de visitantes volaron sin mayores inconvenientes desde el Amazonas hasta la ciudad sureña de Porto Alegre, pasando por el pantanal en Cuiabá y las playas de Río de Janeiro.

Las manifestaciones, una de las principales preocupaciones antes del torneo, no llegaron a los niveles del año pasado durante la Copa Confederaciones, cuando cientos de miles de personas salieron a las calles para protestar por el inmenso gasto de dinero y las deficiencias en los servicios básicos de la población. Antes del partido inaugural hubo algunas protestas en Sao Paulo, rápidamente controladas por las autoridades, y después de la derrota de Brasil en semifinales se registraron incidentes de autobuses quemados y algunos saqueos en Belo Horizonte, Río y Sao Paulo.

En términos generales, el campeonato se desarrolló en un ambiente de camaradería, incluso cuando decenas de miles de argentinos invadieron cada una de las ciudades donde jugó su selección.

Un escándalo por la reventa de boletos sacudió a la compañía encargada de comercializar los paquetes corporativos del Mundial, mientras que tres selecciones africanas tuvieron problemas por el pago de sus bonificaciones.




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