Terminando de darle forma a la sopera de barro. / Foto: DANIEL RAMÍREZ

19 Ene, 2014 | Cuando en Margarita solo vivían las pieles bronceadas de los indígenas güaiquerís, El Cercado existía bajo otro nombre: "Guaitocoro". En español significa "pueblo de olleros". Luego llegó la colonización. La iglesia alzó sus templos y la Virgen del Valle se convirtió en madre de los insulares.

Desde entonces, quienes habitan este valle cercado por el cerro La Cruz de Santa Ana, no solamente elaboran vasijas y ollas, sino que también esculpen con barro a la Patrona de Oriente.

Pasaron los siglos y las mujeres de El Cercado continúan con su tradición. Han cambiado algunos métodos. Antiguamente, ellas subían al cerro, buscaban el barro y la leña, los procesaban, diseñaban las piezas y las horneaban. Ahora las tareas más duras están a cargo de los hombres, y el barro lo procesan en un molino.

Carmen Elena de Brito aprendió este oficio de su mamá cuando tenía 11 años. "Por generaciones mi familia ha trabajado el barro", dice.

Cuando se casó, Carmen creó su propio taller. Un negocio familiar. Sus tres hijos en las labores pesadas. Y su esposo también la ayuda.

Carmen no teme por la desaparición de esta costumbre. "Todavía hay gente aprendiendo, vienen niños de los colegios", dice mientras moldea con naturalidad una bola de barro.

Claudia Domínguez, otra de las loceras de la población del municipio Gómez, opina diferente. Desde pequeña trabaja en este oficio. Hoy tiene 74 años y siente que no tiene la fuerza de antes para amasar el barro y moldearlo. "Me preocupa que esto desaparezca. Es un trabajo muy duro y los jóvenes de hoy están interesados en ir a las oficinas y aprender otras cosas", dice al tiempo que muestra sus creaciones.

Una de las maneras más efectivas para conservar esta tradición, es impulsando su comercialización. Por eso el gobierno regional y Pdvsa La Estancia promueven esta tradición con algunas ayudas.

Bienvenidos

Entre mayo y junio las artesanas de El Cercado organizan una feria para vender sus productos. Durante el resto del año puede visitar el lugar y encontrará diferentes talleres identificados con carteles.

Puede adquirir piezas desde 30 bolívares, como pequeños platos para tomar sopa, o adornos para el hogar. Las creaciones más tradicionales son las ollas para cocinar a leña.

Las laceras aseguran que nada iguala el sabor de las recetas preparadas en estas piezas de barro. También elaboran unas parrilleras muy útiles y jarrones en variados tamaños.