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La resiliencia de Nicolás Maduro
Nicolás Maduro no sólo tiene resiliencia, sobre todo posee una inmensa capacidad política para seguir conduciendo la república en estos difíciles momentos. Seguros estamos pronto estaremos viviendo tiempos mejores.
José Gregorio Rodríguez Jotaerre577@gmail.com

14 Ene, 2021 | Según aparece en el Oxford Languages, la resiliencia es: “la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser querido”…

Debo comenzar con esta precisión para que no quede ninguna duda por donde quiero examinar la extraordinaria capacidad de resiliencia del presidente Nicolás Maduro.

Se han equivocado y lo seguirán haciendo, quienes insistan en observar al jefe de estado venezolano “por encima del hombro”, como siempre han mirado a quienes no pertenecen a su mismo estrato social o no poseen su “roce social” con las élites “dominantes”.

Cuando a Maduro le correspondió asumir la candidatura presidencial en el fatídico año 2013, todavía los rostros del pueblo humilde de Venezuela estaban humedecidos por las lágrimas del dolor que había causado la muerte del entonces presidente Hugo Chávez Frías, y Maduro era uno más, de los millones de compatriotas que sufrían por la muerte del líder indiscutible de la revolución bolivariana.

En esas condiciones le correspondió asumir la candidatura presidencial en acatamiento de la línea política dispuesta por el Comandante Chávez, el 8 de diciembre del 2012, en su última alocución a la nación.

Le correspondió entonces a Nicolás Maduro, hombre de extracción humilde, líder estudiantil, popular, dirigente sindical del Metro de Caracas, diputado al Congreso y a la Asamblea Nacional, y canciller de la república por algo más de seis años, asumir el reto de confrontar con el candidato presidencial de una oposición unida, que se “frotaba las manos” celebrando anticipadamente una victoria que creyeron segura.

Le apostaron “topo a todo” al candidato que menos de un año antes le había dado varias veces la vuelta al país, como candidato presidencial contra Chávez.

Aseguraban que un “chofer de autobús”, no podía ganarle las elecciones a un hijo de papá con esos dos “apellidotes”, Capriles Radonski.

Confiaron en que el sufrimiento por la muerte del líder eterno, postraría al pueblo que no se movilizaría para respaldar al candidato que había previsto lo sucediera en el cargo en esa situación sobrevenida.

Ustedes conocen la historia, Maduro ganó las elecciones y a partir de ese mismo momento, se activó la más despiadada y descomunal escalada contra mandatario alguno que se conozca en los anales de la historia republicana de Venezuela y el mundo.

El candidato derrotado cantó un fraude que nunca pudo probar e invitó a sus partidarios a “descargar la rabia” en las calles, generándose una ola de violencia que dejo decenas de muertos, heridos y destrozos en bienes muebles e inmuebles de la república.

Así comenzó esta parte de la historia de la revolución bolivariana y luego de escuchar al presidente en su mensaje la nación desde la Asamblea Nacional el pasado 12 de enero, decidí compartir con ustedes algunos recuerdos de los primeros momentos de este accidentado tiempo.

Todo lo que ha sucedido en estos más de 7 años de mandato del presidente Maduro, lo hemos vivido y sufrido todos, “en carne viva”.

Violencia callejera, atentados terroristas, intentos de magnicidio, invasiones mercenarias contra la república, conatos de golpe de estado y pare usted de contar, pero ninguno tuvo éxito.

Decidieron entonces aplicar la estrategia del “poder dual”, del estado paralelo, proclamar con el respaldo de la potencia más poderosa del mundo, un gobierno inexistente y hasta a un personaje se autoproclamó presidente, al tiempo que profundizaron el paquete de sanciones económicas, comerciales y financieras que jamás ningún país del mundo haya recibido.

Apostaron a una explosión social por hambre y sufrimiento, y al consiguiente pronunciamiento militar para derrocar al gobierno constitucional. No contaron nunca con la dignidad de los venezolanos y mucho menos, con la capacidad del presidente de conducir al pueblo, en perfecta unión cívico-militar-policial, por el camino de la resistencia en medio de las más terribles circunstancias.

El titiritero mayor, sus titireritos y muñequitos locales, no lo lograron y hoy se encuentran en su peor momento desde 1.999.

Como dijo el entonces ministro español de Asuntos Exteriores y Cooperación, Josep Borrell, el 3 de marzo del 2019: “Estados Unidos, que propició la proclamación de Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela, no pensó que Nicolás Maduro iba a demostrar esa resiliencia".

Dos años después, cuando Trump va de salida y Guaidó de capa caída intenta “recoger los vidrios”, Borrell como canciller de la Unión Europea, ya no reconoce al “presidente imaginario” y más temprano que tarde, le tocará aceptar plenamente a Nicolás Maduro, como presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela.

Nicolás Maduro no sólo tiene resiliencia, sobre todo posee una inmensa capacidad política para seguir conduciendo la república en estos difíciles momentos. Seguros estamos pronto estaremos viviendo tiempos mejores.




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