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XXX Canto a Altagracia
Entre la huerta y el mar se cruzan los cantos para que el alma colectiva extienda sus luces en el ágora y lleve en procesión luminosa a su irrenunciable entidad: la Virgen, madre de todos.
Ramón Ordaz / rordazq@hotmail.com

17 Ene, 2020 | Cuando oímos la palabra canto un mundo de infinitas resonancias agita sus músicas y esplendores, nos afinca en la tierra que busca en la espesura del cenit su letanía mayor: las voces de nuestros antepasados en rítmico concierto, puestas en cielo abierto por el credo de quienes asumieron con dignidad el testigo, el compromiso de resarcir ese ayer bajo el acuerdo de imperecederas notas que viajan en el tiempo, templan las cuerdas de guitarras, cuatros y mandolinas como unción de un pacto ritual: en cada voz, en cada melodía, en cada letra viene inscrita la semblanza de una historia que identifica a los antiguos labriegos, pastores y pescadores de donde provenimos. Entre la huerta y el mar se cruzan los cantos para que el alma colectiva extienda sus luces en el ágora y lleve en procesión luminosa a su irrenunciable entidad: la Virgen, madre de todos.

Así transcurren los años en ese singular pueblo de nuestra isla, Los Hatos, hoy Altagracia, en el que las manos laboriosas de su gente son el mejor mentor de su hidalguía y reciedumbre. Hoy en día, tres mujeres de vocación plena por lo que hacen, Hortensia Rojas, Dubis Gómez y Julia Rojas, sostienen el estandarte que da continuidad a una jornada que ya es parte del alma gracitana. Otra mujer digna de mención: la constante Mélida Rodríguez, Mello. Cómo no destacar el empeño y compromiso de la alcaldesa Yannelis Patiño con estas actividades, quien, además, ha reconocido la trascendencia del Canto y lo ha declarado Patrimonio Viviente. Y es que el Canto a Altagracia es el distinguido escenario donde exhiben su talento muchos patrimonios, curtidos nombres que ya son tradición como Francisco Nené Villarroel, Gabriel Gómez, Romelia Rodríguez, Chavela González, Hiram Mata, Coteo González, J.J. González, Andrés Rasse, Bertrand González. Cómo no resaltar a los cantautores Erasmo Cardona, José Ágreda y a los músicos Carlos Valderrama y Javier Valderrama, así como a las exquisitas voces de niños y jóvenes de Nueva Esparta que son la gala y gracia de este acontecimiento.

Esta vez el XXX Canto a Altagracia destacó la figura del trovador chiguanero Félix Jiménez, amigo, conversador, guitarrero, serenatero, pantuflero y alambiquero, oh, tiempos aquellos cuando Álido Estaba confeccionaba pantuflas y el Ron Chelías era el vino de consagración en la fecunda Altagracia; decimero y decimista, cantador de rancheras y acompañante de varias agrupaciones musicales de la isla son otros de los atributos acumulados para la ofrenda pública al chiguanero, quien no pudo asistir debido a quebrantos de salud, pero su ánimo estuvo presente con una Gaita Llabajera de hermoso título “Alba, naciente mañana”. Albagracia y Altagracia son sinónimos. Hiram Mata y Gabriel Gómez dedicaron versos a Félix Jiménez, convertidos en acto en la voz de Robertico Ordaz. Lucho Gómez nos aloja la promesa de un nuevo CD con sus cantos jateros. Amén.




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