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Los celos
Según los psicólogos de la Clínica Madrid, en España, que se ha preocupado por estudiar este fenómeno, los celos no son necesariamente malos. Estos informan a una persona que una relación puede estarse quebrando y que debe ser revisada.
Mónica Tietz monicatietzs@gmail.com

11 Nov, 2019 | Sentir que esa persona tan importante para nosotros se podría alejar y perderíamos todo lo que hemos construido juntos es angustiante. Me gusta hablar de los celos, más que como un sentimiento, como unos animalitos que muerden nuestras inseguridades para activarlas.

Como cualquier otro sentimiento, los celos no son buenos ni malos, ellos tienen una razón de ser y son alarma para el cuerpo. Pero cuando los celos logran adueñarse de nosotros y llevar el control, entonces todo se viene abajo.

La celotipia

Canciones, películas, libros, series y un sinfín de elementos artísticos se han creado en honor a la celotipia. Esposos celosos que matan a sus esposas infieles (o no), madres “enamoradas” de sus hijos para las que ninguna mujer es lo suficientemente buena, tantos y tantos ejemplos de celos se me vienen a la cabeza y en su forma más monstruosa, la celotipia, incluso más.

Según los psicólogos de la Clínica Madrid, en España, que se ha preocupado por estudiar este fenómeno, los celos no son necesariamente malos. Estos informan a una persona que una relación puede estarse quebrando y que debe ser revisada. Tanto en las relaciones de pareja, como en las amistosas o familiares, hay que tener ciertos cuidados, de modo que se sostengan las conexiones de manera sana.

Pero cuando los celos toman el control y empiezan a manejar el carro de nuestra mente, es entonces que padecemos de celotipia.

Una de las características de los celos es que son una señal de inseguridad. Nuevamente, cuando son celos sanos simplemente nos informan que la conexión está débil, podemos reconocer, desde el principio, que el problema no somos nosotros necesariamente y que hablar es la solución para evitar un rompimiento de lazos.

En el caso de la celotipia, no necesariamente se está presentando una situación de peligro, sin embargo, el celoso considera que sí. De hecho, en la mayoría de los casos, estos celos no están justificados y no hay indicios si quiera de un posible problema.

Así como cualquier sentimiento mal manejado, los celos son sumamente agotadores. Cuando dejamos volar los celos libremente, estos suelen comernos la cabeza y el corazón.

Los celos crean imágenes vívidas de lo que imaginamos está pasando. La angustia carcome a quien los sufre y atosiga al otro con preguntas e inventos. Los celos suelen terminar rompiendo cualquier relación, pues el resultado final nunca es positivo.

El síndrome de Otelo

Este síndrome es un subtipo de trastorno delirante, también se le conoce como celotipia sexual, y se presenta solamente en relaciones de pareja. La celotipia en general se puede presentar en cualquier tipo de relación, es por esto que este síndrome es un apartado dentro de la celotipia.

El síndrome de Otelo, como deben imaginarse, se refiere a cuando una de las dos personas está segura de que la otra es infiel, aunque no existan pruebas de ello.

El equipo de la revista Psicología y Mente, ha recaudado muchísima información sobre este tema en específico. Según ellos, este síndrome suele presentarse en personas mayores de 40 años, más no exclusivamente, por la creencia de que hay una pérdida de atractivo a partir de esta edad.

El disparador de este problema puede ser cualquier situación común, desde una palabra amable a un acto de cariño a un tercero. No importa qué tan inocente y libre de doble sentido sea el acto, eso hará que el celópata active todas sus alarmas.

De aquí en adelante no hay muchas posibilidades de que el enfermo cambie de parecer, la decisión está tomada y cualquier cosa puede ser usada para apoyar la creencia, por muy fuera de lugar que esté la falsa pista. Cualquier información que reciba estará sesgada por el patrón de los celos, nada puede hacerse.

Una de las razones por la que muchos psicólogos se preocupan por estudiar la celotipia, sobre todo en países como España, es porque este síndrome puede derivarse en una conducta agresiva.

El Gabinete de Psicología de la Clínica de Madrid ha llamado la atención al tema de los celos y la celotipia sexual. Según sus estadísticas el problema de violencia doméstica que ahoga al país viene asociado con este síndrome.

Amor y desapego

Una de las causas que disparan los celos es el sentir que se va a perder a alguien que nos pertenece. Hay un sentido de posesividad sobre las personas que nos rodean, son nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros amigos y nuestras parejas. Esas personas son nuestras, nos pertenecen, y, por lo tanto, cuando aparece un tercero o una actividad que pone en riesgo esa relación tememos perder eso que tenemos.

No es solamente perder a la persona, es perder lo que se ha trabajado, ganado u obtenido de ella. Según la psicología evolucionista, los celos son naturales y se pueden presentar tres tipos: celos de confraternidad, celos juveniles y celos amorosos.

Los celos de confraternidad suceden cuando una familia decide agregar un nuevo miembro a la ecuación. El hermano que ya se encontraba allí, ahora teme perder el amor de sus padres. Mafalda lo ejemplifica de maravilla cuando su hermanito Guille viene en camino.

La madre de Mafalda le dice a la pequeña que no se preocupe, que no la va a amar menos con la llegada del nuevo bebé, a lo que la ocurrente niña responde que sabe que es así, pero es como su amor abriese una sucursal. Celos infantiles que si no se manejan con cuidado pueden terminar en odio.

Este tipo de celos confraternales suelen durar hasta la adolescencia como máximo. Hasta esa edad esos celos son bastante inofensivos, pero, como acabo de mencionar, es importante prestarles atención y canalizarlos con mucho cuidado, pues de unos celos inocentes y naturales se puede pasar a una ruptura definitiva.

La explicación la hacemos con hermanos, pero la realidad es que se aplica con cualquier miembro familiar. De hecho, se pueden desarrollar otros síndromes asociados, como, por ejemplo, el síndrome de Electra o de Edipo, en los que los hijos se enamoran de los padres y desean tomar el puesto de pareja.

En estos casos se siente celo de la madre o del padre, según sea el caso, y se trata de evitar el contacto entre los progenitores. Si bien el enamoramiento hacia los padres a temprana edad es normal, hay que tener cuidado, pues puede crearse un problema real más adelante. Es por esto que cuidar el manejo de los celos en infantes y adolescentes es tan importante, hacerlo correctamente evitará problemas en su vida de adulto.

Los celos juveniles son bastante sencillos de explicar, y los psicólogos creen que están conectados con el torrente de neuronas que la etapa trae consigo. En la adolescencia aparecen los primeros enamoramientos reales, empieza el despertar sexual y la competencia con los pares.

Toda esta presión y los cambios traen consigo bajones de autoestima y, naturalmente, inseguridad. En esta época en la que somos juzgados minuto a minuto por medio de las redes sociales y lo que publicamos en ellas, la autoestima de los adolescentes está más en vilo que nunca.

Aquellos que logran conseguir más “me gusta” son idolatrados por sus pares, quienes a la misma vez se sienten celosos de no lograr el mismo impacto. Por otra parte están aquellos que no logran la aprobación pública, este grupo se oculta y desea, al igual que los otros, tener el reconocimiento de los primeros.

También es aquí donde empiezan los primeros encuentros amorosos, que pueden ser frágiles, por lo que, aunado a una autoestima resentida y una inseguridad fija, trae celos.

Es en este momento que se debe trabajar con el amor propio, de lo contrario estos sentimientos de inseguridad y la presencia permanente de los celos harán de la adultez un trabajo más difícil.

Por último, hablaremos de los celos amorosos. Ya antes mencioné el síndrome de Otelo, por lo tanto, no ahondaré en este punto. Los celos amorosos se dan en parejas, se cree que el compañero está incurriendo en una infidelidad. En casos extremos, como el síndrome que ya expliqué, el celoso recurrirá a la persecución de la pareja.

Este último caso suele ser consecuencia de no haber atendido los celos que se presentaron en las etapas más tempranas de la vida.

Una de las mujeres con las que he trabajado en diferentes cursos me contó la forma en que su mamá la ayudó a manejar los celos. Como niña e hija única, ella sentía que su madre le pertenecía, no tenía problemas de compartirla con su papá, pues no había un enamoramiento, ella temía perder a su mamá.

Cada vez que la madre de esta chica mencionaba que otra niña era bonita o que lucía bien, ella refunfuñaba. Su mamá se ocupó de hacerle entender que no importaba que otra niña fuera bonita para ella, ella siempre sería la más bonita.

Esta madre se ocupó de recordarle a su hija una y otra vez que era amada y que no perdería el amor que le pertenecía por derecho. De alguna manera logró internalizar en ella que aquel que quiere estar se queda y el que no, se irá sin importar qué. Hoy en día es una mujer que sana su vida, pero los celos no son parte de lo que tiene que sanar.

Investigando más sobre cómo explicar lo que es amar con desapego me encontré que la Santa Biblia tiene muchísimo sobre este tema. Cuando revisas este libro te das cuenta que sus páginas repiten una y otra vez que el amor no es egoísta. Esto se refiere justamente a que no podemos poseernos, el amor es libre y solo se puede dar cuando se siente.

Comprender que las personas están cuando lo desean y se van cuando ya no quieren permanecer sin que podamos hacer nada al respecto, liberará un gran peso de tus hombros y eliminará esos celos enfermizos de tu vida. Aprender a amar con desapego es la mejor, y más sana, forma de amar.




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