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20 de abril de 2024





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“El látigo de la sequía nos castiga”
El perro Pipo, que hacía su recorrido habitual por el conuco, observaba cómo tranquilamente unas guacharacas se comían unas guayabas que habían caído al suelo por su grado de madurez, o se habían goteado, como suelen decir los conuqueros.
Emigdio Malaver G. | emalaverg@gmail.com | @Malavermillo

27 Oct, 2019 | El canto de una chulinga (paraulata) entre las ramas de la mata de jovito silvestre envió al periodista Juancho Marcano a los caminos de su niñez y ahí recordó a su abuela Leticia. que cuando oía cantar al ave decía: “O nos vienen a visitar o va a llegar una carta”. Y así era. Ese internet o whatsapp del trino de ese pájaro no fallaba.

Mientras tanto, las pinceladas dejadas en las hojas de los árboles por las mariposas amarillas de la sequía se hacían notar en el pequeño conuco. “¿Por qué será que no llueve más a menudo en Margarita y sobre todo en Tacarigua”? Se preguntó el periodista, quien trataba de regar las matas de ají y de berenjena con un poco de agua que tenía almacenada en un tanque azul.

El perro Pipo, que hacía su recorrido habitual por el conuco, observaba cómo tranquilamente unas guacharacas se comían unas guayabas que habían caído al suelo por su grado de madurez, o se habían goteado, como suelen decir los conuqueros.

Evaristo, un amigo de Juancho Marcano, quien tiene un conuco vecino, saludó a Juancho y le dijo: “En verdad, compay, el látigo de la sequía nos sigue castigando, habrá que sacar otra vez a la Virgen del Valle en peregrinación para que vuelva a llover”.

“Razón, tienes, amigo Evaristo, y si te pones a pensar el porqué los hijos de Tacarigua otrora abandonaban los conucos para irse a tierra firme, aquí está la razón, pues con estas sequías quién puede producir y a quién le dan ganas de sembrar”, respondió el periodista.

Sin embargo, la mata de mango, amiga del periodista, tal vez por tener raíces profundas, luce una floración enorme que promete salvar los sacrificios del agricultor y hasta saciar el apetito de muchas personas.

Juancho Marcano, llamó a su perro Pipo para marcharse a su casa y luego observó al cielo y con mucha fe y devoción exclamó: “Virgen del Valle, milagrosa, vuelve a meter tu mano divina y aparta esta sequía castigadora, con la refrescante bendición de un aguacero”.




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