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23 de abril de 2024





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El universo y sus regalos
Sigo a Gregg Braden desde hace mucho por redes y a través de sus libros, comparto su filosofía; amo la manera en la es capaz de ir más allá del presente, para mí es un completo visionario.
Mónica Tietz monicatietzs@gmail.com

Foto: CORTESIA

Conocí a Gregg Braden. / Foto: CORTESIA

14 Oct, 2019 | La vida no deja de sorprenderme; a veces olvido por completo que, tarde o temprano, lo que uno pide se cumple. Nuevamente el universo de algún modo confabula para darme un hermoso regalo y recordarme que cuando algo es para ti, ni porque te quites, y cuando no, ni porque te pongas. No puedo estar más agradecida, y por ello les comparto esta anécdota tan maravillosa que cada vez que recuerdo me eriza la piel.

Seguramente por la foto ya se imaginarán de qué se trata, ¡Conocí a Gregg Braden! Este hombre, este fenómeno literario, a quien admiro mucho por haber conseguido unir lo espiritual con lo científico en un mismo contexto, por contribuir en conceptos como el de las neuronas espejo y en general, por su labor en el campo de la conciencia humana, llegó a Ámsterdam para dar una conferencia.

Por supuesto, su venida no era una sorpresa para mí, pues durante semanas vi pasar la publicidad de la conferencia de un lado a otro y en cada esquina de la ciudad. Sigo a Gregg Braden desde hace mucho por redes y a través de sus libros, comparto su filosofía; amo la manera en la es capaz de ir más allá del presente, para mí es un completo visionario. Pero, si bien soñaba con conocer a este gran maestro de vida, realmente no me esforcé por hacerlo.

Es decir, si estuve pendiente de su conferencia, cada vez que veía un anuncio recordaba que debía reservar los asientos, pero lo cierto es que yo no estaba tan preocupada como en otras ocasiones. No obstante, ya que durante todo el año he tenido la oportunidad de asistir a muchos eventos de este tipo, en esta ocasión mi idea era obsequiarle a mi esposo una entrada y poder asistir juntos, de manera que fuera para él como una introducción a todo el mundo espiritual.

A todas estas, yo le pregunté si estaba disponible ese fin de semana, y me dijo que no, porque tenía un compromiso en el trabajo. Como la idea principal era ir con él, una vez que me dio esa respuesta yo, inmediatamente, me dije a mí misma: “Entonces, mejor no”. Era bastante complicado para ambos en realidad, la conferencia sería un sábado e, igualmente, yo también tenía que trabajar el domingo.

Llegó el sábado y yo ya estaba lista para pasar el día en casa con mi hijo Diego. Sin embargo, mi esposo me mandó un mensaje desde su trabajo diciendo: “¿Por qué no vas al cine con el niño?”. A mí me pareció buena muy idea y le pregunté a Diego. La primera vez me dijo que no, pero yo insistí. La segunda vez que le pregunté me dijo: “Bueno, no sé, mamá, ¿qué película vamos a ver?”.

Le respondí: no sé, mira tú ahí –él estaba jugando en la computadora con un amiguito– y aproveché de decirle que invitara a su amigo. Esto, desde luego, lo emocionó un poco más, por lo que invitó a su amigo y luego fuimos vamos al cine. Llegamos al lugar e inmediatamente notamos que algo raro estaba pasando. La entrada principal, como tal, estaba totalmente obstruida, no se podía pasar por allí porque había un evento.

Bueno, yo seguí las instrucciones, fuimos por otra entrada, pasamos por la taquilla y pudimos comprar los boletos para ver la película. Cuando teníamos todo listo, el personal del cine nos llevó hasta nuestra sala, porque, exactamente, debido al evento las otras salas estaban siendo ocupadas. Hasta este punto yo ignoraba por completo que toda esa producción se debía a la conferencia de Gregg Braden.

Cuando voy pasando por uno de los pasillos que me llevaban a la sala de la película, vi una fila de monitores donde él está hablando, y mi reacción fue la siguiente: “¡Dios, no puede ser!, Gregg en Ámsterdam, justo aquí y yo también”. ¿Cuándo me iba a imaginar yo que la conferencia sería en este lugar?, con tantos cines que hay en la ciudad.

Respiré profundo, vi hacia los lados, procesé un poco la situación y me dije: nada, seguro lo conozco luego de salir de la película. Llegué a la sala correcta con Diego y su amigo, nos metimos a ver la función, me concentré en disfrutar el momento y me conecté con el ahora junto a mi hijo.

Cuando se terminó la película y salí, vi a los colaboradores principales del evento, la empresa TCC, que son personas que vienen de distintas partes del mundo a apoyar. Me acerqué a una chica que estaba ahí, Verónica, quien después de saludar con esa efusividad que me caracteriza, me confirmó que Gregg seguía en las instalaciones.

Yo, entre tantas cosas, le mencioné que soñaba con conocerlo y por último le pregunté, ya saben, como quien no quiere la cosa, cómo se hacía para ser voluntaria. Verónica inmediatamente me respondió que debía hacer una inscripción por la página web. Si bien no me dijo que no, esa respuesta ciertamente no era muy alentadora. Pero, como siempre, el modo “Mónica positiva” se activó y mis oídos se cerraron como compuertas al “no”.

La verdad, no me centré en escuchar mucho lo que decía Verónica, en cambio le pregunté: “¿Quién es el organizador del evento?”. Al instante ella me señaló a un chico que estaba por ahí y me dijo: “Él es Richard, el encargado”. Cuando miré pude notar que el joven está terminando de hablar con una muchacha y se dirigió directo hacia mí, sin saber que yo estabapreguntando precisamente por él.

Cuando lo tengo al frente me le presento y le digo con toda mi seguridad: hola, Richard, ¿Cómo estás?, yo soy Mónica, ¿Cómo hago para colaborar?, me gustaría participar en este evento, ¿Qué hago? Richard, entonces, me toma de la mano y me da una vuelta, tal cual a como si estuviéramos haciendo un paso de baile, yo me dejo fluir por completo.

Nos miramos, y él me dijo: “Mañana te puedes venir a las 8:30 a. m.”, y se fue. Yo me quedé como un poco confundida, y Verónica, quien presenció todo el espectáculo, me dijo: “Tranquila, si ya te dijo que puedes venir mañana a esa hora, te vienes. Total que en ese momento yo no podía creer lo que estaba pasando, no sabía ni cómo explicarlo y solo me dio por agradecer a la vida.

Realmente los regalos del cielo si llegan, las manifestaciones de verdad llegan, solo hay que saber esperar y realmente tener fe. A pesar de que puedas atravesar tormentas y procesos fuertes, después siempre viene la calma. Cuando el huracán por fin se va, deja un gran regalo de paz y tranquilidad que te brinda gente hermosa y momentos espectaculares y únicos.


Me fui a casa a arreglar todo para el día siguiente, ¿y cuál fue mi sorpresa?, pues, que, en realidad, no había nada que solucionar, ya cada uno de los detalles estaban afinados. Hablé con mi marido y él me dijo que se llevaría a Diego consigo a la oficina, y en mi trabajo me dieron el día libre. Esto me hizo entender que, de verdad, el universo me estaba diciendo: “Anda, ese evento es para ti”.

Esa noche sentí mucha paz porque en todo este tiempo yo he venido trabajando cada detalle de esto con mi propio ser y se siente muy bien ver los resultados. En silencio me he dedicado a pedir con firmeza lo que deseo para mi vida, buscando atraer siempre todo lo bueno y edificante para mí. Me acosté a dormir tranquila y con esa misma serenidad me levanté el domingo.

Como de costumbre, cumplí con mi rutina mañanera, incluyendo preparar la comida y merienda de mi esposo e hijo. Salí de casa, pero no sin antes poner todo mi día en las manos de Dios. Tomé el tranvía y llegué allá justo a tiempo; me presenté, pero no estaba Richard, sino su compañero Marwin.

De todas formas, Marwin ya estaba informado de mi participación. Me dio una franela y me puso a hablar con Amparo, una señora que, por lo que llegué a apreciar, asiste muy frecuentemente en estos eventos. Mi participación consistió en ayudar a recibir a las personas, chequear que estas portaran sus respectivas bandas en la muñeca, guiarlas hacia la salida o los baños y responder a cualquiera de sus preguntas o inquietudes.

Por supuesto, tuve la oportunidad de estar en la conferencia y escuchar a Gregg. No fui como una oyente común, pero estando allí les puedo asegurar que mi estado de paz fue enorme. Lloré, drené y confirmé una vez más que voy por el camino correcto con mi oración. Fue maravilloso ver como este hombre cambiaba vidas en esa sala, incluyendo la mía. Sinceramente, no tengo palabras para agradecer este hermoso regalo que me ha hecho Dios.

Lo que sí puedo decirles es lo siguiente: no dejen de poner en sus mentes los planes que desean cumplir, pídanlo a Dios, dejen a la vida actuar, mientras hacen sus quehaceres enfoquen sus energías en ese propósito y, tarde o temprano, todo dará sus frutos. Esto es apenas una pequeña prueba de ello, y de esta vivencia tengo aún mucho que contar.

Les pido sigan mis redes y comenten sus experiencias, estaré complacida de orientarlos.




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