24 Sep, 2019 | En nuestro artículo anterior titulado “Ni lo uno ni lo otro” expresamos que el régimen de Maduro no quiere dialogar ni mucho menos negociar. Su único interés es mantenerse en el poder a toda costa y riesgo, incluso por encima del sufrimiento de los venezolanos, a consecuencia del monumental fracaso político y económico del lideran y que hoy no tiene viabilidad alguna.

Esta pasada semana se produjo un hecho que merece algunas consideraciones, se trata de la llamada “Mesa de diálogo nacional”, donde aparecen como representantes de la oposición Claudio Fermín, Felipe Mujica, Henry Falcón, Leocenis García y Timoteo Zambrano y por el régimen de Maduro a Jorge Rodríguez, Delcy Rodríguez, Aristobulo Isturiz y Blanca Eckhout.

Este hecho debe ver analizado sin apelar al descrédito ni a la descalificación. Es un hecho político objetivo que merece opinión por parte de nosotros.
Lo primero que revela este acontecimiento es la perversa intención del gobierno de burlar la iniciativa del Reino de Noruega por alcanzar una salida dialogada y negociada a la crisis nacional que tiene en el régimen de Maduro su mayor responsable. Cuando los representantes de Maduro se retiran de la Mesa de Negociación en Barbados lo hacen argumentando acerca de las consecuencias de las sanciones impuestas por Estados Unidos al gobierno y a sus dirigentes. Fue una decisión “fríamente calculada” como dijo Esculpi para seguir haciendo lo que han hecho siempre, engañar para mantenerse en el poder.

Lo segundo que revela este hecho político es la deslealtad de quienes ubicados en una postura distinta en la oposición, conversan en secreto con el régimen de Maduro, desde hace meses, según lo han confesado los representantes del régimen y que los desnuda en su verdadera imagen.

Pretender sustituir a la Asamblea Nacional como poder legítimo no solo es una aventura, sino además es una ilusión, y como se sabe “el que vive de ilusiones muere de desengaño”.

El acto realizado en la Casa Amarilla no tiene la significación que el régimen de Maduro pretende darle con el acompañamiento de estos representantes de este sector de la oposición, que hoy siguen cometiendo los mismos errores del año 2018. Parece que poco han aprendido de esa experiencia.
Por último, trataron de sorprender al país y al mundo democrático, con la liberación del diputado Edgar Zambrano, primer vicepresidente del Parlamento Nacional. Zambrano era un rehén del régimen de Maduro. Un preso político que fue devuelto a la libertad por un plumazo desde el Palacio de Miraflores, burlando a la Constitución y las leyes, que establecen que un parlamentario tiene prerrogativas especiales para ser juzgado. Bienhizo Zambrano al señalar que no tiene que agradecerle ni al régimen ni a los dirigentes de la supuesta oposición que quisieron hacer ver su libertad como un “trofeo de caza”.

Se puede estar de acuerdo o no, aquí hay una polarización entre el régimen de Maduro y la oposición representada en la Asamblea Nacional cuya figura relevante es Juan Guaidó, y de allí deben salir las líneas de una negociación que permita unas elecciones limpias, democráticas y transparentes. Que el pueblo decida libremente su destino.
Hacerlo en forma distinta, con partidos inhabilitados, con presos políticos y como quiere el régimen de Maduro, con sus condiciones y a favor de sus intereses, es simplemente ilusorio.
Ese no es el camino que Venezuela necesita, y es fundamental insistir que ese sector no tiene la representatividad de la gran mayoría de la oposición venezolana.