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Entrampados
la oposición todavía aparece debilitada y en su liderazgo muchas fracturas, aunque su principal figura trate de demostrar lo contrario. Su permanente sonrisa no disimula que la procesión va por dentro.
Ángel Ciro Guerrero/ angelcirog@hotmail.com

18 Jul, 2019 | Si alguien está decididamente claro en relación al diálogo es el propio gobierno. Maduro y Diosdado lo han precisado con notoria y enfermiza insistencia; la salida o el cese de la usurpación, como clama el Interino, no figura en sus particulares agendas. El presidente apenas cumple los primeros seis meses de su segundo mandato y está empeñado en gobernar a tiempo completo. Le guste o no al sector democrático que, a su vez, demanda ponerle término a lo que califica de dictadura. Con creciente respaldo, por supuesto, de la democracia mundial. El pueblo, dentro y fuera de nuestras fronteras, por tanto, sigue entrampado. Mientras, con la asesoría noruega los enviados por Maduro y Guaidó parlamentan en Barbados, millones de venezolanos sufren las terribles consecuencias de una perniciosa y perjudicial acción de mal gobierno.

El asunto del diálogo, tan importante en cualquier sentido, ha entrado otra vez en el mismo laberinto, por cuanto Maduro no quiere ceder ni Guaidó menos. El presidente electo sostiene estar en su derecho constitucionalmente hablando, y el presidente interino afirma que, lo único aceptable, es que el primero se marche, pero por la vía electoral.

Esta aclaratoria es importante tenerla en cuenta como respuesta firme a las constantes denuncias de conspiraciones, golpes de Estado y demás maromas que a cada rato publicita el hermano de Delcy Eloína. Así, el argumento al que se aferra el oficialismo de ir a elecciones, pero parlamentarias solamente, frente al llamado a que los comicios sean presidenciales, que le demandan los demócratas, el diálogo de antemano está trancado. Evidente, entonces, que de la isla caribeña no saldrá humo blanco, ni rojo ni azul. Situación que ya pinta de negro el de por sí oscurecido horizonte. Lejos, muy lejos -¿en definitivo?- una solución posible.

La claridad que demuestra tener Maduro, arriba dicha, a cada rato la reafirma Cabello: el gobierno tiene a su favor el poder y lo que significa aprovecharlo. Recursos, aunque ya no para tirar al aire tan alegremente como hasta ayer sucedía; una política que a diario se endurece y cobra víctimas fatales, según lo denunciase la Señora Bachelet en su Informe sobre las violación de los DDHH en Venezuela.

Por su parte, la oposición todavía aparece debilitada y en su liderazgo muchas fracturas, aunque su principal figura trate de demostrar lo contrario. Su permanente sonrisa no disimula que la procesión va por dentro.

Sea indispensable indicar que tampoco Maduro luce del todo feliz, a pesar de lo que en contrario arriba se escribe. Una cosa es su seguridad en que nadie lo sacará de Miraflores y otra la actitud personal que, al igual que Guaidó, le cuesta disimular. Su mensaje tiene más de amenaza y de ofensa que de invitación, y los de su entorno, lección al caletre aprendida, como loros repiten consignas y lanzan epítetos que buscan el desprestigio del adversario.

Así no se llegará a ninguna parte. Por ello hay muchos que rechazan dialogar con el gobierno. No creen conveniente hacerlo pues, lo dicen, Maduro lo que quiere es seguir ganando tiempo. Utiliza el diálogo para marcar el camino que él quiere transitar y no el que la inmensa mayoría nacional, democrática sin duda alguna, está buscando: el que le abra paso al regreso de la democracia perdida y a la libertad aprisionada.

Por cierto, la Comunidad Europea, lo ha advertido: si de Barbados no salen decisiones, prácticas, posibles y concretas, al gobierno de Maduro se le endurecerán las sanciones.

Ya lo grita el refrán: En guerra avisada no mueren soldados. Y si mueren es por descuidados.




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