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Detención, tortura y muerte
Estamos llegando a una situación donde la fiera está herida y acorralada y lanza estos zarpazos para tratar de mantenerse con vida. Es necesario seguir la movilización popular para denunciar estas atrocidades.
Luis Longart Guerra

9 Jul, 2019 | La comunidad democrática nacional e internacional está conmocionada con lo que ocurre en Venezuela en materia de Derechos Humanos. Hace tiempo que se viene denunciando la grosera y flagrante violación de las elementales normas constitucionales de respeto a la vida y dignidad humana por parte del régimen de Maduro.

Aquí las fuerzas de seguridad del Estado abusan del poder de sus armas y uniformes provocando atropellos, vejaciones, humillaciones, lesiones y muerte a los ciudadanos que ejercen su legítimo derecho a la protesta.

Dos hechos recientes han escandalizado a la opinión pública.

Primero, la detención, tortura y muerte del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, quien fue detenido por agentes de la Dirección de Contra Inteligencia Militar (DGCIM), llevado a sus calabozos donde fue sometido a brutales torturas con 16 costillas y el tabique nasal fracturados y otros traumatismos. Fue llevado a los tribunales y allí llegó prácticamente destrozado y al pedir auxilio fue llevado al hospital donde falleció al poco tiempo de su ingreso. Este hecho merece una investigación severa e imparcial que lleve al total esclarecimiento de caso y el castigo a los responsables del mismo.

¿Qué clase de monstruo es quien somete a una persona esposada a tan crueles e inhumanos tratos? Es una barbaridad.

Ahora, el Fiscal del gobierno habla de una imputación a 2 funcionarios por homicidio preterintencional.

Pero, si esto es bochornoso, mucho más grotesco resultó que soldados de la Armada patearan las ofrendas florales que ciudadanos comunes colocaron en las puertas del Comando de la Armada en Caracas en señal de dolor por el capital inmolado.

El otro hecha injustificado se trata de la agresión al menor Rufo Chacón en la población de Táriba, estado Táchira, quien perdió la visión a consecuencia de unos perdigonazos dispersados por la policía tachirense.

Tales acontecimientos revelan la gravedad de la situación de los derechos humanos y amerita una exhaustiva investigación internacional por parte de la Comisión Interamericana de los DERECHOS Humanos y los organismos adscritos a la Organización de las Naciones Unidas donde la expresidente Bachelet es Alta Comisionada.

Estamos llegando a una situación donde la fiera está herida y acorralada y lanza estos zarpazos para tratar de mantenerse con vida. Es necesario seguir la movilización popular para denunciar estas atrocidades más comunes en países africanos, opero que existen en nuestro hemisferio a consecuencia de regímenes antidemocráticos que no respetan lo más sagrado que tenemos que es la vida.

Pero, más temprano que tarde habrá justicia, que esperamos y merecemos todos los que amamos la democracia.




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