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Dalmiro Malaver, La Culebra
La velocidad mental viene del estudio profundo de la décima espinela. La improvisación es algo natural que se apoya en los estudios, refiere el galeronista de Tacarigua.
Deysi Ramos

Olyana Marcano

Dalmiro Malaver "La Culebra". / Olyana Marcano

7 May, 2019 | En su época de pelotero le decían “La Culebra”, por la forma cómo se desplazaba por el jardín central (center field) del campo. “Por donde quiera aparecía”, recuerda Dalmiro Malaver desde el estadio de beisbol que ha levantado en San Sebastián de Tacarigua, donde pasa sus tardes enseñando a los niños de su comunidad a jugar a la pelota.

Su tiempo lo comparte entre sus dos pasiones: enseñar a jugar beisbol y fomentar el amor por los cantos tradicionales en las nuevas generaciones.

“Actualmente tenemos la Escuela de Galerón de Tacarigua donde se forman varios niños y niñas. Ellos ya han tenido una destacada participación en eventos como la Feria de la Cachapa y hasta fuera del municipio”, comenta con orgullo. Al tiempo que afirma con júbilo “en este pueblo cualquier niño te canta un galerón, una jota o una malagueña. Somos la cuna del galerón y trabajamos para que este arte no muera”.

Se introdujo en el mundo del galerón a los 25 años cuando Fedecene fundó su primera escuela de galerón de la mano de maestros como José Ramón Villarroel, “El Huracán del Caribe”; su hermano Hernán Malaver, “El Tacariguero”; José Joaquín Salazar, “Cheguaco”; Pedro Bellorín Caraballo; Jesús “Chucho” Indriago, entre otros. “En ese momento comenzamos Francisco Romero, “El Ñiquiñique”; Vicente Rojas, “El Turpial de Margarita”; Eligio González, “El Gladiador”, y otros más”, señala.

De sus inicios rememora que en su primer galerón lo descalificaron, sin embargo, eso le sirvió de impulso para profundizar en el estudio de este arte. Luego vinieron premios como el Festival de la Virgen del Valle en El Maco y otros más.

“La velocidad mental viene del estudio profundo de la décima espinela. La improvisación es algo natural que se apoya en los estudios. Se requiere una concentración especial para realizar una décima, esta incluye rima, métrica, cadencia, versificación y sobretodo, la lingüística que debe tener el cantor. Se debe esforzar en mejorar su cultura general, ya que la décima se maneja en el mundo global. No se puede llegar desarmado a una tarima”, comenta sobre el arte de construir y cantar un galerón.

Agradece al galerón el haberle regalado un hijo –Dalmirito Malaver, “La Culebrita de Oriente”- que se ha convertido en uno de los más grandes exponentes del folclor oriental.




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