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Agustín Quijada, El Ruiseñor de Antolín (+Video)
Evoca la época dorada cuando “uno amanecía cantando, comenzaba de 8 a 9 de la noche y terminaba de 5 a 6 de la mañana. Pasaban hasta 8 tandas cantando galerón”.
Deysi Ramos

Foto: OLYANA MARCANO @olymarcano

Agustín Quijada "El Ruiseñor de Antolín". / Foto: OLYANA MARCANO @olymarcano

7 May, 2019 | “Ruiseñor es ruiseñor, lo demás es puro cuento”, es el grito de guerra que caracteriza a Agustín Quijada al comenzar a cantar. “Yo me inventé esa entrada y así desarmaba a mis contrincantes. Cuando me decían “¡Ah!, pero estás diciendo que nosotros no valemos”. Yo les decía, pues, invéntense ustedes una entrada también. Esa es la mía”, comenta este cantor nacido en la Plaza de Paraguachí el 5 de mayo de 1944.

Aunque en principio se dio a conocer como “El Turpial de Paraguachí”, fue Pedro Bellorín Caraballo quien lo bautizó como el “Ruiseñor de Antolín”.

A los 17 años se inició en el mundo del galerón, lo hizo en la población de Guiriguire cantándole a la Santísima Cruz del Río.

Cuando se le pregunta por una anécdota especial a lo largo de su extensa trayectoria, recuerda con especial fascinación que cuando tenía 24 años participó en el evento que marcó el inicio de las transmisiones del canal 5 en Nueva Esparta. “La inauguración fue un evento grandioso, lo animó Simón Díaz y Susana Duijim. Hubo una competencia de galeronistas. Arrancamos 20, luego fueron eliminando hasta que quedamos 4. En la decisión dieron ganador a José Ramón Villarroel, “El Huracán del Caribe”. De segundo lugar mi persona y el tercer puesto fue para Manuel María Vásquez, “Garganta de Oro”. El público pitó bastante esa decisión del jurado”, dice.

Se fue metiendo en el mundo del galerón gracias a su papá, el poeta Albino Ramón Quijada, que le decía “cuando yo muera no va a quedar nadie de la familia escribiendo poesía y cantando galerón”. De muchacho “fui haciendo mis decimitas hasta que me metí en un galerón grande”.

Evoca la época dorada cuando “uno amanecía cantando, comenzaba de 8 a 9 de la noche y terminaba de 5 a 6 de la mañana. Pasaban hasta 8 tandas cantando galerón”.

Su canto lo fue puliendo con ayuda de Jesús “El Pollo” Bellorín y también de manera autodidacta. Por ejemplo, cuenta que le parecía trabajoso improvisar una décima en esdrújula. Por eso se aplicaba a estudiar y a aprenderse las palabras que buscaba en el único diccionario que había por su zona, el cual era propiedad de Lorenzo Salazar, Calencho, quien vivía en la Loma.

“Así fui aprendiendo. Sorprendía a la gente y competidores con las palabras nuevas que sacaba del diccionario. Luego más adelante, cuando yo tenía 19-20 años, comenzaron a decir: “Ah, ese es bueno, canta fuerte”.

Para “El Ruiseñor de Antolín”, el galerón se encuentra en la actualidad en “una situación que no es agradable. Anteriormente se hacían 18-20 galerones de altura, ahora 5 cuando mucho. Está muy flojo”, afirma.

Las razones del por qué no ha publicado ninguna producción musical propia es la siguiente: “El tiempo ha ido pasando y a uno le queda el recuerdo de lo vivido. De las noches de galerón, de los viajes, los festivales. Me han dicho para viajar fuera del país, pero yo no. Eso no me gusta y le doy chance a otro. Tampoco he grabado un disco, ni escrito ningún libro, siento que no es lo mío. No me gusta”.




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