28 Mar, 2019 | Más de 60 días han transcurrido desde que Juan Guaidó, se autoproclamara presidente interino de Venezuela. Todo comenzó a planificarse desde el último trimestre del año pasado, luego de que el diputado fuera ungido por el hasta entonces accionista mayoritario de Voluntad Popular, Leopoldo López, para presidir la Asamblea Nacional. En el camino habían quedado: Freddy Guevara Cortez, Luis Florido Barreto, Juan Andrés Mejía Szilard y Francisco Sucre Giffuni.

En los meses finales del 2019 el parlamentario guaireño visitó privadamente; Brasil, Colombia y los EEUU, para afinar los detalles del “plan” que finalmente lo coronaría como presidente de Venezuela.

La puesta en escena comenzó el 5 de enero cuando Guaidó asumió la presidencia del parlamento. A partir de ese momento comenzó la seguidilla de días “D” anunciadas por la oposición para el “asalto” al poder. El 10 de enero, fecha en la que el presidente constitucional Nicolás Maduro, se juramentó ante el Tribunal Supremo de Justicia. El 23 de enero, en la conmemoración de la caída de la última dictadura militar en Venezuela. El 23 de febrero, fecha escogida por la coalición internacional que respalda al autoproclamado para el ingreso de presunta “ayuda humanitaria” a nuestro país, momento en el que se produciría el punto de quiebre que desencadenaría una revuelta popular que obligaría a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a pronunciarse en respaldo a la transición política. Hasta una ley aprobaron contando con eso.

Con la complicidad de sus mentores extranjeros que recibirían a cambio los beneficios de los inmensos recursos naturales que posee Venezuela, urdieron un sofisticado entramado para saquear la nación que no tiene antecedentes en nuestra historia republicana. Un clan de jóvenes acomodados luego de lograr el reconocimiento de los EEUU y sus socios en América y el mundo para el señor Guaidó, comenzaron a actuar con el beneplácito que les otorgó la Asamblea Nacional, para apropiarse de recursos y empresas que son patrimonio de Venezuela, como la Citgo y Monómeros Colombo-Venezolanos.

Habían actuado con tal impunidad que se creyeron infalibles y cometieron una serie de equivocaciones que desnudaron ante Venezuela y el mundo, la puesta en marcha de una colosal operación financiera de desvío de fondos públicos para su beneficio particular, que en principio les agenciaría más de dos mil millones de dólares americanos. No necesitaron llegar al poder. Mientras promovieron el cerco económico y financiero contra Venezuela, planificaban apropiarse de bienes públicos. Como en el barbarazo de Wilfrido Vargas, hasta el oro que confiscaron indebidamente los ingleses pensaban “llevarse”.

¿No hay nadie en la oposición política venezolana que diga basta?