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Hacernos conscientes*
Nadie parece darse cuenta de que los ciudadanos sufren un adoctrinamiento constante, invisible y clandestino precisamente a través de los medios que dicen procurarles información y entretenimiento.
Dalal El Laden / ladendalal@hotmail.com

8 Mar, 2019 | "Quizá la empresa más difícil de acometer sea la de hacernos conscientes. El mundo en que vivimos parece decididamente abocado a distraernos, a impedirle a los individuos un momento de lucidez para mirar su entorno, observar cómo funciona la sociedad. El observador es quien se pregunta, por ejemplo, ¿cómo llegaron a mí todas las cosas que tengo a la mano? ¿Desde dónde viene el agua que bebo? Hay gente que cree que el agua sale del grifo.

Es urgente preguntarse por qué en Occidente -el mundo de la 'libertad', el territorio del 'bien'- los ciudadanos viven vigilados, enajenados por el trabajo, amenazados con el desempleo, angustiados por el futuro, llenos de adicciones y anhelos autodestructivos, anestesiados por la televisión. Nadie parece darse cuenta de que los ciudadanos sufren un adoctrinamiento constante, invisible y clandestino precisamente a través de los medios que dicen procurarles información y entretenimiento. Casi nadie quiere ver que los ciudadanos modernos no contamos con la prensa, con ese poder alumbrado al mismo tiempo que la república y la democracia, cuya función es proteger a los ciudadanos de los poderes legislativo, judicial y ejecutivo. En la actualidad los medios de comunicación son la piedra de toque del poder plutocrático, ejercido no por dictadores sino por empresas internacionales.

No estoy diciendo que exista una conspiración -oscura, secreta y maligna- para someternos. El mundo y sus señores son demasiado estúpidos para fabricarse una logística de tal envergadura. Si alguna conspiración existe en contra de los individuos es la inercia de nuestra propia pereza mental, de nuestra indolencia ante las cosas de la vida, suponer que no nos afecta lo que suceda al vecino, creer que la omisión es sinónimo de obrar el bien. Con nada más que nuestra inconsciencia cuentan los dictadores y los ingentes consorcios de las telecomunicaciones. Porque no existen la propaganda ni la publicidad geniales, sino multitudes de zombis ansiosos de recibir órdenes, de descargar la responsabilidad de sí mismos en el primer tirano que aparezca".

*Parte del prólogo (escrito por Mario González Suárez) de "Rebelión en la granja", de George Orwell.




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