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19 de abril de 2024





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Enamórate de mí
Tan pronto nos enamoremos del planeta vendrá el amor y vendrá el cuido. Hay que desatar este sueño sumergido y contagiarlo en todos los estratos. Las fronteras deben abrirse.
Ángel Marino Ramírez V. /@profesormarino

7 Mar, 2019 | ¡Enamórate de mí! No hay tiempo que perder. Las circunstancias boicotean nuestra vida apacible. El tiempo es un cuchillo de agua que se restriega contra nuestro cuerpo. La llegada de la incertidumbre y la desesperanza están al alcance de un click. Las crueldades en la oscuridad desean acabar con el retardo de la caída. El mundo dice: “No me hagas más daño que yo soy tu espejo”.
A lo mejor piensas que este cuaderno tiene un halo de locura y entendería que así lo consideres. Incluso, si dejas la lectura hasta acá, lo comprendería. Sin embargo, estimo implorarte que no te detengas, que me tiendas tu respaldo por encima de todos los obstáculos. Entre los dos, podemos detener el crepúsculo de la periferia mundial. Después de todo, hablar del amor no es hablar en vano. Juntos podemos condenar el roto de la capa de ozono, que por cierto cumplió 100 años de su descubrimiento en 2013, aunque siempre ha estado allí. Por ahora, un solo párpado hay que abrir; un solo oído debe escuchar. La Tierra está gritándonos: ¡Enamórate de mí!
Tan pronto nos enamoremos del planeta vendrá el amor y vendrá el cuido. Hay que desatar este sueño sumergido y contagiarlo en todos los estratos. Las fronteras deben abrirse. Que esta solicitud de nuestro hogar cósmico, se transforme en una especie de pandemia buena. Bien lo decía el escritor italiano Giovanni Papini: “El amor es como el fuego que si no se comunica se apaga”. En ese mismo sentido Vicente Huidobro, el célebre poeta chileno, sentenciaba: “Hay que resucitar las lenguas con sonoras risas, con vagones de carcajadas, con cortacircuitos en las frases”. Es decir, hay que resucitar el amor a la naturaleza, el amor por los animales, el amor por las pequeñas cosas y comunicarlo con alegría. De esta manera, despertaremos del sueño dormido de las manos, luego dirá el aporreado paisaje: “Los humanos se están enamorando de mí”.
Como hijo, cumplo con el deber de elevar mi voz. Por algo la Tierra tiene nombre de mujer. Nos acepta en su seno, nos brinda la vida, el aire, el agua y la gravedad. Nos abraza en su magnético refugio invisible. Mientras nos ocupamos de nuestras contrariedades, ella orbita alrededor del sol a una velocidad de 107.227 kilómetros por hora. Según los estudiosos, hace 4.500 millones de años, el día duraba 6 horas o sea la Tierra se desacelera. Quizás debemos pensar que se está apagando o ¿no es así? Recordemos que ella tiene sus métodos de defensa y cuando se desatan son crueles e irreversibles; los dinosaurios dan fe de ello.
En fin, enamórate de mí, es la frase de este cuaderno cuando la Tierra habla. Dicho de otra forma, el mensaje sería renovar la metáfora de la vida. Por ejemplo; sembrar un árbol, limpiar los océanos, colocar los desperdicios en su lugar, sensibilizar con el tema del reciclaje, entre otras cosas. Estorban todos los temas si el planeta muere. En definitiva, importan muy poco estas palabras si al final no nos enamoramos del planeta azul. Hasta el próximo cuaderno.
¡Estudiante echa pa’lante!




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