6 Feb, 2019 | Ayer sucedió algo muy extraño en casa, un evento de esos que, conjuntamente con el niño que abre las puertas y lanza las metras, viene a sumarse a la lista de cosas inexplicables que me dejan pensativo.

Siempre he puesto a secar mi ropa detrás de la nevera, como sé que muchos de ustedes lo hacen cuando hay premura y no se dispone de secadora. Uno va y coloca la ropa en la parrillera detrás de aparato, y, al otro día, listo. Llevo años haciéndolo, y mi nevera seca muy bien, por cierto, o lo hacía...

Lo raro viene aquí... ayer, como acostumbro, luego de lavar mis bóxers me dispuse a colocarlos detrás de la nevera. Como ya es algo habitual, lo hice sin ver, guindé cada prenda en un gancho y lo dejé caer, sin ver, detrás de la nevera. Lo lógico era que se enganchara en la parrilla, pero no fue así. El bóxer fue directo al suelo. Primera vez que me ocurría. Lo recogí, y, confiado, volví a colocarlo, sin ver, detrás de la nevera. Pasó lo mismo, se cayó al piso.

Ya la cosa no me cuadraba, estadísticamente era raro que eso ocurriera. Volví a recoger el bóxer, y me asomé detrás del refrigerador. Lo que ví me dejó frío. No tenía parrillera. El modelo era de esos que no tienen. Respiré profundo, abrí la nevera, tenía todo ordenado, tal cual, el protector de corriente era el mismo; arriba, en el congelador, estaban las mismas cosas. Era como si todo estuviese idéntico, menos la estructura externa del aparato.

No, no estoy loco, hace una semana lavé y tendí allí, tranquilamente, mis bóxers, pero hoy no pude, y creo que ya no podré. Solo puedo pensar, aún sorprendido por lo ocurrido, algo extraño está pasando con la realidad.