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Fui agua
Creo que la poesía duele sobre todo cuando no olvidamos la brevedad de la vida.
Dalal El Laden / http://dalalelladen.blogspot.com

15 Dic, 2018 |

Letanía

Canta lo que vive en mi pecho y no me sale. Cántalo por mí. Que no te importe lo que grite el mundo, que no te importe, que no te importe. Hazlo. Hazlo por esta lágrima que no sale, que no sale, que no sale. Hazlo por los que exigen que no me angustie porque la vida es bella y hay que sonreír. Hazlo por esta lágrima que sigue sin salir. Que sepan que no lo creo, que no lo creo, que no lo creo.

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Hay días en que todo duele: inhalar, la mirada amorosa que no llega, la vacuidad del mundo, tu vacuidad tantas veces vuelta sonrisa, las manos nerviosas de la niña que aún no vende los trapos, el silencio entre canción y canción de tu disco querido, el perro a punto de ser atropellado por un conductor pendiente de su celular, tu viejo álbum, esa melodía, el alimento en tu boca, la foto del toro y la del mono y la del tigre humillado, las lágrimas impresas en los diarios, la lluvia que devora hogares, el párrafo leído en la novela, la sed y el hambre y el monólogo interminable del indigente en medio de la avenida, el abrazo amoroso que tampoco llega, los gatos sobre la basura acumulada en el terreno abandonado, exhalar, el sonido de tu risa -con nada más que tu risa- que ya dudas recordar.

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Creo que la poesía duele sobre todo cuando no olvidamos la brevedad de la vida.

El recordar que algún día no estaremos nos vuelve intensos porque nos hace insistir en expresarnos siempre sin máscaras, y en leer buscando justo lo que -quizás debido a la incontables veces inconsolable sensibilidad- no logramos expresar.

Conscientes del último adiós, cubiertos siempre de intensidad, vivimos cada día como si fuera el último. Y es este gran dolor del no olvido del último adiós el que al mismo tiempo nos regala lo más preciado de la vida: volvernos más humanos.

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Me gustan los silencios que escriben; que, al escribir, avisan; que, al avisar, abrazan; que, al abrazar, calman, gritan; que, al calmar, gritar, ríen, lloran; que, al reír, llorar, callan sin callar porque allí están: escriben, avisan, abrazan, calman, gritan, ríen, lloran.
Soy de estos silencios. Por esto jamás callo.

*Del libro “Fui agua”, de Dalal El Laden.




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