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28 de marzo de 2024





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España en el corazón
A doscientos años de la Guerra de Independencia, el gobierno bolivariano se empeña en mantener en nuestro imaginario colectivo una suerte de hostilidad atávica hacia “el imperio colonial que imponía su tiranía”.
Manuel Narváez / narvaezchacon@gmail.com

21 Nov, 2018 | Las emotivas imágenes de Ángela Merkel y Emmanuel Macron conmemorando juntos el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, contrastan con la actitud revanchista y patriotera de los gobiernos de Chávez y Maduro en la conmemoración del bicentenario de las efemérides de nuestro proceso de independencia. Allá buscan la reconciliación y la paz. Aquí, ayer nada más, la revolución bolivariana, con su babosa retórica militarista, desempolvó y descontextualizó un viejo documento para decretar el “Día nacional de la historia insurgente y de los derechos soberanos del pueblo”; que no sana, sino escuece, las heridas que deja la historia.
A doscientos años de la Guerra de Independencia, el gobierno bolivariano se empeña en mantener en nuestro imaginario colectivo una suerte de hostilidad atávica hacia “el imperio colonial que imponía su tiranía”. Atizar esos sentimientos anacrónicos y venenosos, consolida la liturgia con la que el chavismo pretende legitimar al comandante eterno como el sucesor de Bolívar, Dios Supremo de los venezolanos. Tal empeño profundiza la disfuncionalidad patológica de las relaciones que los venezolanos mantenemos con España, con su legado cultural; somos una familia rota que no ha sabido superar sus desencuentros.
Sin embargo (y esa ambivalencia es parte de la patología) también nos enorgullecemos al destacar la antigüedad e importancia de los vínculos que nos relacionan con España. Los asuntinos, por ejemplo, con un orgullo no siempre exento de petulancia, celebramos cada 27 de noviembre (este año no será le excepción) las Cédulas Reales de Felipe III que nos dieron Título de Ciudad y Escudo de Armas. Incluso, cuando los hechos históricos no son concluyentes, queda el relato legendario como recurso para acreditar prosapia y abolengo. Los robleros, por su parte, cada 12 de octubre exaltan el improbable regalo que Juana I de Castilla habría hecho a ese pueblo: una campana y una imagen en oro macizo de la Virgen del Pilar.
Sobre el tema de los puentes rotos entre España y nuestro país queda mucho por hacer, desde ambas riberas del Atlántico, para sanar las relaciones y fomentar un sincero y provechoso reencuentro.




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