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Las cosas más bellas
Sin pretender dar consejos, quisiera animarlos a no esperar tener la muerte cerca para decirle a alguien querido que lo quieren. Aunque crean que lo sabe, díganselo. No hay cosa más reconfortante que sentirse amado. Tampoco pospongan el pedir disculpas.
Carolina Jaimes Branger /@cjaimesb

19 Nov, 2018 | La muerte de un ser querido, paradójicamente, nos acerca a la vida. Porque tener la muerte tan cerca nos pone a reflexionar sobre las eternas preguntas: de dónde venimos, quiénes somos y adónde vamos.

El jueves pasado falleció mi tía Nancy Consalvi de Branger. Una mujer bella por fuera, pero mucho más bella por dentro. Generosa como pocos. Dejó cariño dondequiera que estuvo. Era sencilla en extremo. Le encantaba ayudar a la gente. Nunca nadie concurrió a ella sin salir con una solución, un abrazo y una sonrisa luminosa.

La vida de mi tía me hace pensar en qué es lo verdaderamente importante. No sé si ella alguna vez pensó en cómo quería ser recordada, pero yo quiero ser recordada como hoy la recordamos a ella: como una mujer que rompió paradigmas, que vivió a su manera y que hizo todo el bien que estuvo a su alcance. Que nunca tuvo miedo en decir lo que pensaba. Como una mujer que conoció y amó a su país profundamente. No hubo un rincón de Venezuela que ella no hubiera conocido. Teniendo la posibilidad de irse –por tener familia fuera- siempre dijo que ella no se iba de aquí.

Sin pretender dar consejos, quisiera animarlos a no esperar tener la muerte cerca para decirle a alguien querido que lo quieren. Aunque crean que lo sabe, díganselo. No hay cosa más reconfortante que sentirse amado. Tampoco pospongan el pedir disculpas. El perdón engrandece a quien lo pide y da paz a quien perdona. No gasten su tiempo en quejas... más bien ocúpenlo en buscar soluciones. Y no se empeñen en vivir algo grandioso: lo grandioso ocurre pocas veces a lo largo de la vida. Más bien, vale la pena hacer grandiosas las sumas de las pequeñas victorias y satisfacciones de cada día. Por último, es inútil buscar la felicidad por fuera, porque está dentro de cada uno de nosotros. Hay que aprender a buscarla.

Por eso, queridos lectores, a pesar de los difíciles momentos que estamos pasando, no vivamos esperando un futuro hipotético, sino más bien busquemos las cosas buenas que nos trae el presente. Cada día algo hermoso, algo alentador. En Venezuela hay gente maravillosa, trabajando desde ya en la reconstrucción del país. Eso tiene que llenarnos de esperanza. Muchos se sorprenderán de cuán cerca están esas cosas bellas. Sólo hay que enfocarse en encontrarlas.




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