10 Nov, 2018 | Algo de historia.

Ha concluido el proceso electoral estadounidense, conocido como del “medio mandato”, tras 2 años de una de las presidencias más polémicas e irritantes hasta llegar, tanto en el plano doméstico como en el internacional, a altísimos e incluso peligrosos niveles de crispación y conflictividad. A fin de entender, a cabalidad, el sentido y el alcance de este proceso, hay que primeramente rozar el derecho constitucional y las instituciones políticas de los Estados Unidos, y luego examinar, a grandes rasgos, las estructuras geográficas, socios económicos y culturales que presenta hoy, el país del señor Trump. No por azar de circunstancias, o en balde, es la primera potencia del mundo, para que seamos desentendidos, o contemplemos frívola y superficialmente lo que ocurre en su seno. Hoy más que nunca, se impone, para todos, seriedad y rigor en el análisis, ponderación en el examen de los hechos, y cautela a la hora de emitir juicios de valor.

Comencemos, como tiene que ser, con algo de historia política y constitucional. Dos principios capitales movieron a los delegados de las 13 colonias iniciales, de 1787, reunidos en Filadelfia, en Congreso o Convención Constituyente al redactar el texto que daría origen a los Estados Unidos de Norteamérica. De acuerdo con la filosofía policía del siglo XVIII, elaborada por Montesquieu y Locke, y a la cual no era ajena la mayoría de los representantes, entre ellos, Washington, James Madison, Benjamín Franklin, Ingersoll, Morris, el principio, casi vuelto dogma, de la estricta separación de los poderes públicos. El Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, no entran en relación más que para controlarse, no para colaborar. Están en la necesidad de “ir juntos”, a fin de garantizar el equilibrio, pero guardan celosamente sus respectivos ámbitos de acción. / Cf. Georges Burdeau, “Derecho Constitucional e Instituciones políticas. Capítulo III, página 337/. El otro precepto establece la separación del Congreso o parlamento, en dos cámaras, Senado y Representantes. El presidente de la Unión, es electo por un periodo de 4 años, pudiendo ser reelecto solo una vez después de la 20ª. Enmienda / 1947/ Ambas cámaras, al igual que los gobernadores son renovadas, en tercios cada 2 años. Con fallas, errores, dificultades y a veces insuperables problemas, el régimen ha funcionado. La Constitución norteamericana, es hoy más que un texto de normas jurídicas, un símbolo dada su longevidad, y la fuerza del derecho consuetudinario y el numero e importancia de las enmiendas.

La elección del martes 06 de noviembre del 2018.

La elección ha sido considerada, en los Estados Unidos, y de hecho en gran parte del mundo, bajo un signo plebiscitario al mandato del polémico presidente. Su incendiaria retórica, el énfasis agresivo dado a su política migratoria, la desarticulación de las alianzas básicas en Europa, la opacidad de sus cuentas y de sus relaciones con Putin, el bloqueo de la asistencia social y salvaguarda del medio ambiente, movilizaron a una enorme porción del electorado demócrata a votar masivamente y buscar un contrapeso en la llamada “Casa” (Cámara de Representantes). Un elemento geográfico resalta la victoria demócrata, tanto en cantidad, como en calidad. El desarrollo y fuerza de grandes núcleos urbanos, donde se afinca el voto demócrata, / voto de minorías afro descendientes, latinos asiáticos/, y el apego del voto rural / granjeros, blancos, tercera edad/ a los republicanos forma hoy el mapa electoral de los USA. Otro dato a subrayar, la llegada masiva, sin precedentes en la historia política norteamericana, de jóvenes mujeres al poder legislativo. Trump ni ganó ni tampoco perdió. Quedo tablas hasta dentro de 2 años. A seguir de cerca.