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Ron Altagracia: Recuerdos y tradición en una botella
La empresa, heredera del nombre del pueblo que la amparó para hacerla parte
de su historia, fue fundada en los años 1800 y se mantuvo hasta la década de los 50.
Mélido Estaba Rojas

Foto:  CORTESÍA MÉLIDO ESTABA

La firma fue adquirida por una prestigiosa licorera del estado Sucre. / Foto: CORTESÍA MÉLIDO ESTABA

30 Oct, 2018 | Jacinto Gómez, símbolo de la antigua Altagracia, repasaba diariamente sus dos calles, con una carga de versos y ocurrencias, afirmando que el único lugar donde trabajaría –hasta de gratis- sería en la destilería de la población, productora casi de manera artesanal de “el güisqui de los pobres”. “Chinto” siempre iba armado con un tabaco sin origen ni candela entre sus labios y una “chacarita” del “Ron Altagracia” destilado en aquel edificio misterioso ubicado en pleno corazón del pueblo, que los gracitanos conocemos como el alambique, y que aún muestra sus recuerdos.

A mediados del año 1876, en el Departamento Sucre de La Isla existían cuatro locales acondicionados para destilar y obtener el “exquisito néctar de la caña” que se cultivaba en aquellas tierras. Los datos de los estudiosos del tema indican que antes de 1654, la ganadería tuvo un momento cumbre y florecieron los hatos de bovinos y caprinos, en labor paralela con las del mar. Se anota al de los González, propiedad de Marcos, como uno de los que se mantuvo, conducido por un mayordomo llamado Bartolomé, y que todos conocieron como “Tomé”.

Desde tierra firme vinieron los halagos y recomendaciones para producir licor, de tal manera que algunos productores agropecuarios vieron en esta posibilidad una forma acertada de prosperar. Llegaron algunos personajes conocedores del proceso de destilación, en el que los trabajadores de Macanao se distinguieron como excelentes. Los González se anotaron en la empresa y se les tiene como la semilla de la licorería en la zona, a tal extremo que “Ron Altagracia” está entre los primeros 25 alambiques originales en Margarita.

Ante la necesidad de disponer de agua, las comunidades se empeñaban en cavar pozos para almacenarla y se organizaban “fajinas” de mantenimiento cuando se aproximaban las lluvias. De ese esfuerzo nació el pozo de “Ña Paulina”, donde se alimentaba el alambique, que fue mantenido por Juan Pablo Gómez y algunos vecinos que colaboraban.

Los Alfonzo
Los Alfonzo están ligados íntimamente al desarrollo de la destilería Altagracia en los últimos tiempos, puesto que el 22 de febrero de 1894 el alambique fue vendido por Francisco Alfonzo a Bibiano Rojas, quien lo traspasó legalmente a su hija Simplicia, precisamente esposa de Francisco; según consta en documento del 1 de octubre de 1901.

Aquella operación fue ratificada el 31 de mayo de 1900. Por esta vía el joven José Elías “Chelías” Alfonzo, uno de los hijos del matrimonio, se convierte el heredero de esa propiedad, encausando su empeño en tecnologías para incrementar la producción.
Este visionario había nacido en el pueblo el 20 de julio de 1897 y falleció en Caracas el 19 de noviembre de 1977.

Foto: CORTESÍA MÉLIDO ESTABA

El Ron Altagracia es la empresa de más prestigio y renombre en esa población. / Foto: CORTESÍA MÉLIDO ESTABA

José Elías fue un emprendedor que destacó por su sentido de colaboración y solidaridad con quienes le rodearon. A pesar de que “Ron Altagracia” fue por muchos años tarjeta personal del pueblo, él consumía solamente algunos tragos de güisqui “en las rocas” en oportunidades especialísimas como el día de San José. Creó la nueva etiqueta del ron, basada en una pintura que la ilustraba señalando que la bebida estaba vigente desde 1900, cuando en realidad hacía unos años más de su fundación, y que evidentemente lo reiniciaba en una nueva época, que efectivamente mantuvo hasta los años cincuenta.

La empresa “Ron Altagracia” es la firma más prestigiosa y de fortaleza social que se haya conocido en la historia de Altagracia. Apoyó misiones sociales de la población y mostró gran preocupación por las actividades deportivas, al extremo de mantener el equipo de beisbol con su nombre, que se daba el lujo de lucir uniformes de lanilla, confeccionados en Caracas por especialistas del ramo. En tiempos de carnaval, desfilaba por el pueblo y sus alrededores una hermosa carroza que derrochaba entusiasmo y creatividad, promocionando la torre central del alambique “jatero”.

Por iniciativa de la gerencia de “Ron Altagracia”, el presidente del Ejecutivo neoespartano, general José María Bermúdez, ordenó construir el puente entre la población con su vecina Juan Griego, con colaboración de los diligentes valleros y cerca de once mil bolívares recolectados entre la población. La obra se inauguró el 19 de diciembre de 1931.

1900

Desde ese año apuró sus procedimientos de destilación para cubrir la creciente demanda del mercado, incrementando su lista de trabajadores y contribuyendo con labores sociales y deportivas, por eso su etiqueta registra ese año como el de su nacimiento.

RON CHELÍAS

Ron Altagracia” fue conocido en el mundo de los amantes del trago como “Chelías”. Su sabor se escondía entre las mieles de la caña cultivada fundamentalmente en El Tamoco y otras vecindades, para ofrecer sus 46 grados alcohólicos que extendieron su fama, en botellas de 0,70 litros y la popular “chacarita” o cuarto. Ésta era muy famosa y solicitada en toda celebración, o en la hora de “echarse la mañana”. Era la que degustaban Jacinto Gómez, Genarito Marín o Natividad Estaba; se exportaba a poblaciones de Sucre, así como a El Tigre, Puerto La Cruz, Maracaibo, Valencia, Ciudad Bolívar.

En su etiqueta se leía “El aguardiente Altagracia, calidad insuperable desde 1900, es elaborado con las mejores materias primas del país, y depositado en barricas de roble, donde adquiere su incomparable aroma. Filtrado y embotellado cuidadosamente, es una garantía para el consumidor”. Este alambique dio trabajo directo a muchas personas, no solo de Altagracia, sino también de poblaciones cercanas como El Valle, Juan Griego y Macanao.

El nombre de este ron fue adquirido por una prestigiosa firma licorera establecida en el estado Sucre, así que no es difícil encontrar sus botellas –aunque con otro logotipo- en el mercado.

En Altagracia siguen vigentes los recuerdos de los buenos tiempos con su afamado ron, que sembró una hermosa historia negada a morir porque sigue latente, como genio en una botella. ¡Salud!




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