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El referendo aprobatorio
Como consecuencia de esa historia de abusos, muchos opositores se han convertido en abstencionistas radicales. Frente a ellos, en el otro extremo, se ubican los participacionistas militantes; y en medio de ambos una gruesa franja de quienes, desorientados y cívicamente extenuados, no saben qué pensar.
Manuel Narváez /narvaezchacon@gmail.com

18 Oct, 2018 | La impudicia y el cinismo con los que el chavismo ha manipulado los procesos electorales no solo le ha permitido “ganarlos”, sino que además ha logrado destruir la confianza de buena parte de los venezolanos en ese instrumento de participación ciudadana. La “señora” Lucena y sus secuazas, adelantan elecciones, las retrasan, las secuestran (referendo revocatorio); comprimen lapsos del calendario electoral o los extienden; ilegalizan partidos, otorgan legalizaciones “express”, inhabilitan candidatos; eliminan centros electorales o cambian su ubicación intempestivamente; alcahuetean la intromisión de los militares; se desentienden del abuso en la utilización del dinero y de los bienes públicos por parte del PSUV; roban votos (Andrés Velásquez); etc.

Como consecuencia de esa historia de abusos, muchos opositores se han convertido en abstencionistas radicales. Frente a ellos, en el otro extremo, se ubican los participacionistas militantes; y en medio de ambos una gruesa franja de quienes, desorientados y cívicamente extenuados, no saben qué pensar.

Para abordar la discusión del dilema de votar o abstenerse, es conveniente partir de la comprensión de que no estamos viviendo en un régimen democrático, sino bajo una dictadura. En democracia el voto es un medio y un fin en sí mismo. Es un medio porque permite que cada ciudadano exprese su voluntad y que el cuerpo social elija; y es un fin en sí mismo porque el voto es la democracia que se renueva y ratifica. Por lo tanto, para un demócrata, en democracia, siempre es bueno votar.

Pero en dictadura, para los demócratas, a veces es conveniente votar, pero otras veces es mejor abstenerse. En dictadura el voto no sirve para elegir, pero bajo circunstancias particulares puede ser útil para contribuir a la derrota del régimen despótico.

En dictadura, para los demócratas, el voto no es un fin en sí mismo, sino un instrumento al servicio de la estrategia para reinstaurar la democracia. Por lo tanto, en dictadura, para los demócratas, el verdadero debate no es si votar o abstenerse en términos teóricos, abstractos; sino votar o abstenerse en situaciones concretas. La clave está en hacer el cálculo y el trabajo político para definir la estrategia adecuada a las circunstancias.

En las últimas semanas se ha comentado la posibilidad de que las madamas del CNE convoquen el referendo aprobatorio del proyecto de constitución que presentaría la constituyente espuria. Aunque no creo que Maduro, muy cómodo bypaseando a placer a la Asamblea Nacional con su prostituyente, tome esa decisión, vale la pena considerar el escenario.

Ante esa eventualidad, opino que la estrategia de los demócratas debe tener como eje central el llamado a votar en contra, no solo porque existe la probabilidad de una victoria electoral, sino fundamentalmente porque (en este caso, perdiendo también se gana) permitiría reconstruir el “espíritu de cuerpo” de la oposición democrática y retomar la lucha contra la opresión.




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