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El crimen no paga
El régimen fujimorista contaminó todas las instituciones de la democracia, usurpó el Congreso, domesticó a los jueces, sobornó a la prensa, humilló a los militares y partió el cuello a los empresarios.
Noel Álvarez /Noelalvarez10@gmail.com  

3 Oct, 2018 | Dicen que quien no estudia la historia está condenado a cometer los mismos errores del pasado. Con esa breve introducción quiero citar que La historia latinoamericana está llena de casos de autócratas que se creyeron por encima del bien y del mal pero que al final de cuentas, la dura realidad les explotó en la cara, allí se dieron cuenta de que: “El crimen no paga”.

Esa realidad, que inexorablemente alcanzará a todos los que detentan el poder enseñoreándose con quienes consideran más débiles, se encuentra ampliamente reflejada en la novela “Cinco Esquinas” del escritor Mario Vargas Llosa publicada en 2016. El libro es el relato de un país gobernado por el cinismo, la ambición, la miseria moral y la violencia cuyos máximos exponentes son: el miedo al terrorismo representado por Sendero Luminoso; el periodismo amarillista, contratado por el régimen para perseguir y calumniar a los opositores; y la corrupción del gobierno de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos”.

La novela refleja diferentes aspectos de la vida en el Perú durante la siniestra época del toque de queda y los apagones. Sus personajes abarcan desde la aristocracia limeña, que reside en lujosos rascacielos y amplias mansiones suburbanas, “hasta los pobres diablos obligados a complicadísimas piruetas para apenas sobrevivir con salarios de miseria” en barrios bajos como el de Cinco Esquinas, que da nombre al libro.

Esta obra del escritor peruano, devuelve actualidad a una de las décadas más turbulentas de la historia reciente del Perú. Ambientada a fines de los años noventa, esta novela recrea con precisión y agudeza el ambiente de opresión e impunidad que se llegó a vivir durante el mandato de Alberto Fujimori, contando con el concurso de Vladimiro Montesinos, cuyo cargo de asesor ocultaba los poderes del jefe de facto del Servicio de Inteligencia Nacional.

El régimen fujimorista contaminó todas las instituciones de la democracia, usurpó el Congreso, domesticó a los jueces, sobornó a la prensa, humilló a los militares y partió el cuello a los empresarios. Le quedaron muy pocos opositores. Muchos estaban en el exilio, algunos de ellos escribiendo sus memorias, y a quienes mantenían una actitud crítica se les embarraba con el sucio de los diarios populares, comandados por Rolando Garro, director del semanario amarillista “Destapes” en la ficción de Vargas Llosa; a otros se les acosaba con las fuerzas de seguridad del Estado o se les perseguía con la agencia tributaria.

Los escándalos y juicios más sonados pasaban por las manos de Montesinos, que era visitado en sus cuarteles del SIN por magistrados, congresistas, políticos, oficiales de las fuerzas armadas, hombres de negocios, propietarios de canales de televisión e incluso figuras de la farándula. El doctor, como se hacía llamar, era el hombre para sacar adelante un juicio, conseguir una promoción, gestionar un poco de dinero fácil o solucionar cualquier problema. Las oficinas de Montesinos hervían de cámaras y micrófonos ocultos, que sirvieron para documentar cada cita, cada diálogo, cada arreglo, cada soborno. Esos vídeos terminaron por volverse en contra de su autor.

Aunque existían sospechas, ni siquiera las imaginaciones más calenturientas podían adivinar cómo se gestionaba el país. Todo empezó a hacerse público el 14 de septiembre de 2000. Ese día, un grupo de parlamentarios del Frente Independiente Moralizador ofrecieron una conferencia de prensa donde proyectaron un vídeo que presentaba al doctor Montesinos entregando 15.000 dólares al congresista de oposición Alberto Kouri, a cambio de pasarse a las filas del oficialismo. Al primer Vladivideo siguieron otros que reforzaron la sensación de podredumbre, e hicieron que el Gobierno se deshilachara.

La historia mil veces repetida, pero parece que nunca aprendida, hoy tiene su epilogo tras las capturas internacionales de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos quienes purgan condenas por los deleznables delitos que cometieron mientras usufructuaban el poder.




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