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28 de marzo de 2024





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Otilio Galíndez, Caramba mi amor caramba
Hombre de fina y sentida inspiración y de una fuerza que le dan ese tinte de patrimonio popular en la melodía y canción venezolana. Se le perciben cañamelares y las espigas del maíz haciendo coros con la pajarera de las estancias agrícolas y frutícolas de esos valles yaracuyanos.
Perucho Aguirre

13 Sep, 2018 | Mi amigo Otilio Galíndez siempre fue desde su niñez un muchacho de anhelos. Sus adolescencias –que fueron varias- por su versátil y mejorada forma de ser, aunadas sus entornos mágicos y realidades muy de jóvenes. Siempre, siempre, estuvieron marcadas de infinitos anhelos y amores; jamás, dejó de ser jubilosamente ameno. Andar con Otilio fue un acto de fe, de recogimiento, de permanente alegría musical. Yaritagua, su lar querido, la tierra generosa de Yaracuy, también a través de sus moradores tuvo en él, en Otilio Galíndez, un anhelo. ¡El de sentirlo como compositor de fondo y profundidad! Y, eso, se palpa en la calidez, densidad, gusto y mensaje humano de sus composiciones.

En sus letras, bellísimas y sus melodías que se salieron –estructuralmente- con una fuerza e inocencia que llenan los corazones y hacen latir la sangre en las tuberías venosas de uno. Es Otilio un excelente compositor y para ello se preparó y dio en el blanco de lo que fue siempre el anhelo de su Yaritagua inolvidable y de su Yaracuy para todos los que salgan.

Hombre de fina y sentida inspiración y de una fuerza que le dan ese tinte de patrimonio popular en la melodía y canción venezolana. Se le perciben cañamelares y las espigas del maíz haciendo coros con la pajarera de las estancias agrícolas y frutícolas de esos valles yaracuyanos. Se sienten quebradas, riquísimas, cantos de niños y lavadoras de ropa. ¡Y sapitos en la noche de cualquier jardín o bosquecito primoroso de patio!

En "Pueblos tristes", Otilio nos convoca a que vivamos y disfrutemos a plenitud: "Qué piensa la muchacha que pila y pila/ y qué dicen las campanas de la capilla/ en sus notas tristes que parecen queja./ Y esa luna que amanece/ alumbrando pueblos tristes…" ¿Y en "Ahora"?... "Ahora que el invierno se prende de las hojas/ que amanecen charquitos en el patio…" ¡Bellísimo! Una vez estuvo por aquí por Maturín y coincidió con un acto que tenía con "El Collar de Perlas". Aquello fue apoteósico para el público presente con aquel amigo, ahí, con lágrimas en sus ojos, agendó algunas canciones de su famoso y delicado repertorio. Esas dos y "Caramba" ocuparon esa alegría que se siente cuando aparece un amigo así desde tan lejos y ocurre… ¡Carajo, eso es mucho para un solo corazón!...

"Caramba mi amor, caramba,/ lo bello que hubiera sido/ si tanto como te quise/ así me hubieras querido./ ¡Caramba, mi amor, caramba!...". ¡Noche de San Felipe y de Yaritagua, de Margarita y de Maturín! Cuántos necesitamos infinitas noches como esas, para que Venezuela se sienta adentro, más profunda. Con la inocencia y el candor de sus músicos y compositores… Desgraciadamente Otilio ya no está, pero nos quedó la grandiosa y profunda fuerza de no olvidarle ¡jamás! La fuerza de esa tarde monaguense de reencuentro y amor… ¡Imposible de olvidar! ¡Jamás!

¿Azul?




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