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En marcha planes intervencionistas
Los 20 millones de votantes venezolanos serán olímpicamente ignorados; su voluntad no cuenta. Y la fuerza para imponer esta flagrante violación de la soberanía nacional será militar, tal y como ha dicho hace poco Marco Rubio pues “las circunstancias han cambiado” y ya no hay salida pacífica.
Luis Fuenmayor Toro

4 Sep, 2018 | Sin lugar a dudas, quienes han hecho de la lucha política contra el gobierno de Nicolás Maduro, un asunto de competencia externa a la nación venezolana, aceleran sus pasos en este sentido, en la medida que el año avanza y se acerca la toma de posesión del Presidente, para iniciar su segundo período de acuerdo al triunfo electoral obtenido en mayo pasado.

Esas elecciones no fueron reconocidas por los principales países de América y Europa; por lo menos así lo declararon sus jefes de Estado y los congresos y parlamentos respectivos. Se avecina una situación en la cual Venezuela podría quedar sin Presidente reconocido por esa minoritaria parte de la comunidad internacional, lo que abriría rutas y vías hasta ahora cerradas. Es por ello, que quienes conspiran contra su patria comienzan a acelerar planes y programas ya diseñados y que han dado resultados, catastróficos, pero resultados al fin y al cabo, en varios otros países del mundo.

Con la Fiscal General inconstitucionalmente destituida por la ANC y lo que han llamado el Tribunal Supremo legítimo, que es un grupo de magistrados designados por una Asamblea Nacional sin participación de los diputados del Gobierno, consideran que tienen las bases para la creación formal de un gobierno en el exilio, que se produciría a partir del momento en que Venezuela quede sin Presidente reconocido por EEUU, Canadá, el Grupo de Lima y la Unión Europea, grupo de países al que le dan el nombre pomposo de “comunidad internacional”.

No importa que no estén los países africanos ni los asiáticos, que juntos significan más del 76 por ciento de la población mundial, ni que haya 176 millones de americanos que no compartan la política de desconocer al gobierno venezolano, queal sumarlos a los anteriores son en total casi el 80 por ciento del mundo.Para estos demócratas, la comunidad internacional que vale es la que tiene sólo el 20 por ciento de la población.

Ya estos dirigentes opositores extremistas han señalado recientemente la necesidad de constituir un gobierno en el exilio, cuyo Presidente será escogido mediante el voto nada universal por Borges, Ledezma, Machado, Arria, López, Aristiguieta y algún otro “demócrata”, bajo la supervisión de Almagro, Marco Rubio y el colombiano Duque, dirigidos por Trump, si es que finalmente decide involucrarse directamente.

Los 20 millones de votantes venezolanos serán olímpicamente ignorados; su voluntad no cuenta. Y la fuerza para imponer esta flagrante violación de la soberanía nacional será militar, tal y como ha dicho hace poco Marco Rubio pues “las circunstancias han cambiado” y ya no hay salida pacífica.

Como refuerzo político a este atentado contra la nación venezolana, el Grupo de Lima se apresta a acusar al presidente Maduro ante la Corte Penal Internacional, como reo de violaciones de los derechos humanos y de genocidio.Todo ello en medio de una gran campaña propagandística desinformativa de las grandes transnacionales de la comunicación, con la cual manipularán a la opinión mundial, como hicieron con Sadam Hussein en Irak, Gadafi en Libia y anteriormente con Milosevic en Yugoeslavia. Como hacen hoy con Bashar Al Assad en Siria y con el gobierno del pueblo persa.

Ante todos estos planes y preparativos, que no necesariamente tienen que ser exitosos, pues existen también fuerzas nacionales e internacionales opuestas a su ejecución, el Gobierno nacional, responsable de haber colocado a Venezuela en una situación de vulnerabilidad muy seria, debería asumir una conducta muy distinta de la que ha seguido desplegando.

No es con soberbia, sectarismo, desprecio, burlas, amenazas, indolencia, persecuciones ni represión, como puede lograr una unidad nacional que le evite a la patria el trauma que se avecina. Una unidad capaz de desmontar la conjura internacional que se prepara. Su responsabilidad es tan o más grande que la de los conspiradores, pues la administración del país está en sus manos y la población depende de sus decisiones.




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