8 Ago, 2018 |

Los poetas que hemos regresado traemos con nosotros la piel reversa del mundo,lo simple y pequeño que a todo da formay que por evidente ha sido olvidado.

Los poetas que nos hemos ido recorrimos las raíces del primer árbol,
repasamos sus hojas sin sombra
y aprendimos a leer la suerte de las cortezas,
nos vestimos de la salvia de la conciencia
y nuestra lengua se sembró de la verdad,
del poder necesario del albóreo silencio.

Los poetas que despertamos perdimos la piel de hombre en la última guerra
—estuvimos allí—,
cuando la mudez fue obligatoria;
vimos cómo los animales sonrieron
—después de tantas estirpes bípedas y sus altares pendencieros—
al perderse de sus ojos la imagen más terrorífica de Dios.


Los poetas que no existimos abrimos la segunda herida de la creación
y vimos el buen comienzo,
y nos tocó cerrar todos los cofres de los oficios desde adentro,
para que las bestias caminaran libres
y el espíritu de la tierra pudiera
—sin nosotros—
descansar tranquilo.