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¿Nos enseriamos?
Lo verdaderamente lamentable es ver cómo esta aberrante situación económica, ya contaminada y dominada ferozmente por la hiperinflación, se deteriora exponencialmente, tornándose insostenible, en la misma medida en la que los responsables de la conducción del país insisten tercamente en el estúpido y disparatado argumento de la “Guerra Económica”. Ese cuentico ya no se lo cree nadie.
Jorge Echeverri jorge-a-2005@hotmail.com

16 Jul, 2018 | Los señores del Gobierno y los señores de la oposición, ante la inédita y devastadora destrucción de la economía nacional, con sus inevitables, progresivas y terribles consecuencias en todos los ámbitos de nuestra vida diaria y que nos tiene ahogándonos en una oceánica crisis económica, tendrían como urgente tarea, como insoslayable obligación, por elemental sentido común, que proceder con seriedad.

Nos quedamos realmente perplejos, tratando infructuosamente de comprender, o al menos adivinar, la insólita lógica que está oculta detrás de la multiplicidad de decisiones contradictorias asumidas por la Oposición, experimentando una heterogénea mezcla de confusión, incredulidad y desesperanza: que si teníamos que salir en cambote a votar; no, mejor protestar estoicamente absteniéndonos; quizás salir a votar por el pragmático Henry Falcón; o mejor por alguien más cercano a Dios como Bertucci; que ¡se los dijimos!, el resultado electoral estaba de antemano cantado. Una indefinición total, falta de objetivos comunes, incapacidad manifiesta para ponerse de acuerdo. En fin, un maremágnum.

Con el Gobierno, ¡Dios nos agarre confesados!, las cosas por largo trecho son más desproporcionadas y espectaculares, más “surrealistas”. Y, muchísimo, más consensuadas: en comprimido resumen, todos nuestros males sociales y económicos, absolutamente todos, son el inexorable resultado de una despiadada y demoledora “Guerra Económica”, concebida y liderada muy certeramente a nivel internacional y desplegada intensivamente a todo lo largo y ancho del territorio nacional, por el despreciable Imperio Norteamericano en perfecta y diabólica confabulación -no podría ser de otra manera– con Organismos Internacionales como la CIDH (Corte Interamericana de Derechos Humanos), AI ( Amnistía Internacional), la OEA (Organización de Estados Americanos), la UE (Unión Europea), el Grupo de Lima y, además y de manera individual, todos los gobiernos lacayos, léase Colombia, Brasil, Perú, Panamá, Chile, Paraguay, Argentina, México, Canadá, -y siga usted nombrándolos- tanto en nuestra extensa América como en la subyugada Europa, e inclusive más allá. Y, como “guinda del pastel”, para profundizar el daño y optimizar la efectividad y letalidad de la arremetida, utilizan maquiavélicamente los “quinta columna” conformada por la sempiterna, conspiradora y apátrida burguesía criolla que a su vez es secundada por empresarios desalmados, proliferantes bachaqueros, inmorales corruptos, experimentados mafiosos, altos ex funcionarios de la administración pública y, por supuesto, la fracasada oposición.

¡Allí! –vociferan con teatral desespero desde el Gobierno– están en descarada flagrancia, en contubernio e infringiéndonos gravísimos daños, los únicos y verdaderos culpables de la actual crisis económica; los infames que nos imposibilitan con sus calculadas maldades disfrutar merecidamente de los generosos y maravillosos “logros de la Revolución”.

Boquiabiertos y admirados por su sobrenatural nitidez observamos acá, pues, la imponente y caótica “Torre de Babel” criolla.

Esa inexplicable falta de un liderazgo unificado y racional en la oposición política en combinación desafortunada con la garrafal incapacidad demostrada por el Gobierno en la toma de decisiones serias e imprescindibles para la urgentísima rectificación a fondo del absurdo rumbo económico que transitamos –unos por sus incomprensibles contradicciones y otros por su destructivo accionar- es la que nos ha expuesto a padecer con triste vulnerabilidad la bárbara e indetenible caída del poder adquisitivo, la escasez masiva de todo tipo de bienes, el deterioro brutal y generalizado del nivel de vida.

Lo verdaderamente lamentable es ver cómo esta aberrante situación económica, ya contaminada y dominada ferozmente por la hiperinflación, se deteriora exponencialmente, tornándose insostenible, en la misma medida en la que los responsables de la conducción del país insisten tercamente en el estúpido y disparatado argumento de la “Guerra Económica”. Ese cuentico ya no se lo cree nadie.

Es de vital importancia que, a la brevedad posible, se implementen con eficacia las clásicas y comprobadísimas medidas económicas, harto conocidas: eliminar de inmediato los innumerables controles que asfixian y paralizan el sector privado; levantar sin dilación el control de cambio; abrir sin complejos la economía a las inversiones nacionales y extranjeras; frenar la enloquecida impresión de billeticos sin respaldo; reducir el enorme déficit fiscal; impulsar decididamente la producción nacional; en fin, desbloquear y modernizar la economía alejándola del controlador y paralizante manejo al que el Socialismo del siglo XXI la ha conducido deplorablemente.

Mientras languidecemos distraídos en esta imperdonable guachafita, enajenados en este tragicómico y agónico bochinche económico, corriendo la arruga, huyendo por la tangente, culpando alegre y vergonzosamente a los demás de lo que, hasta ahora, con asombrosa torpeza hemos sido incapaces de hacer, avanza implacablemente –pulverizando sin tregua nuestra calidad de vida- esa “Hidra de Lerna” conocida como hiperinflación. ¿Que nos queda? Bendita sea, ¡ponernos serios señores! No hay de otra.




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