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Domingo Carrasquero, Tacarigua y su fundación
Mientras en el país de la politiquería, en el que impera una acartonada y anacrónica historia oficial, hombres de pasiones ocultas, silenciosos, con el credo prístino de los antepasados, tenaces e indoblegables en su afán, buscan en la soledad de páginas inexistentes, en los vacíos que va dejando la derrota, en el fortuito folio que se salvó de la polilla, en el entreverado texto de una crónica, dar con alguna certeza de procedencia y de pertenencia. Tratan con alma de apiario construir celdillas donde caiga la miel de viejos afectos por la tierra que los vio nacer.
Ramón Ordaz | rordazq@hotmail.com

31 May, 2018 | Margarita es una especie de laboratorio de sucesivas generaciones seducidas por un entorno donde el paisaje es el hombre como advertía Jesús Manuel Subero: generaciones de ayer, de hoy, que vienen y se van, que se van y vienen, porque tantas raíces invisibles repartidas por el mundo en cada entrecruzamiento, en cada vuelta y revuelta terminan por recalar al lugar de origen. Siempre lindará con la ficción cualquier búsqueda de objetividad, cualquier intento de poner linderos en los espacios movedizos de una historia frágil, inconsútil, que se pliega, se repliega a las voces y las circunstancias que dicta la hegemonía del presente. Bienvenidos quienes abren ventanas al futuro.

Mientras en el país de la politiquería, en el que impera una acartonada y anacrónica historia oficial, hombres de pasiones ocultas, silenciosos, con el credo prístino de los antepasados, tenaces e indoblegables en su afán, buscan en la soledad de páginas inexistentes, en los vacíos que va dejando la derrota, en el fortuito folio que se salvó de la polilla, en el entreverado texto de una crónica, dar con alguna certeza de procedencia y de pertenencia. Tratan con alma de apiario construir celdillas donde caiga la miel de viejos afectos por la tierra que los vio nacer. Hombres de este talante hay muchos, y en Nueva Esparta la lista es abultada. Trasegando aquí y allá, Domingo Carrasquero alcanza esa condición de lo propio, tal vez siguiendo la estela de Joaquín Salazar Franco (Cheguaco). Con toda una historia de servicios en la empresa petrolera, Domingo, con humildad y sin aspavientos, ha cimentado una obra alrededor de la historia de su pueblo, Tacarigua.

Su reciente publicación "Tacarigua y su historia" da cuenta de Diego Bautista Alayón, quien, nacido en este valle del municipio Gómez, llegó a encargarse de la Presidencia de la República varias veces; del maestro Ignacio Jiménez Marcano, "pionero de la educación oficial en Tacarigua" y un tema central que, por su importancia, merece destacarse. Titula "El encuentro de los indios tacaribas y los españoles" lo que, en un exceso de modestia, es su principal propósito: poner de relieve la circulación de un documento cuya fuente es del Archivo General de Indias, en el que queda referido el "encuentro" con los indios tacaribas o, mejor, la fundación de Tacarigua por el gobernador Miguel Maza de Lizana quien, después de una historia turbia y accidentada, en su segundo mandato como gobernador de la Isla trazó una ruta de fundaciones (cinco pueblos) entre los que se incluye el pueblo de Tacarigua. Sustentada su tesis por calificados investigadores que antes abordaron el tema, Domingo rastrea y compara hasta sugerir el 29 de septiembre de 1579, día de San Miguel Arcángel, como fecha de la fundación, afinidad que intuye como homenaje póstumo a Miguel Maza de Lizana. Dirá Domingo: "Tal vez sea largo el tiempo/ y corto el desahogo".




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