20 May, 2018 | "Hoy es el día de la mascarada electoral, esa farsa que el Embustero y su camarilla han montado con el fin de tratar de darse un baño de legitimidad y perpetuarse en el poder de la única manera como podrían hacerlo, o sea, mediante la combinación del fraude, la represión, el chantaje y la compra de conciencias. Pero de esto ya hemos hablado suficiente en las últimas semanas, por lo que creo que seguir haciéndolo es un ejercicio tan inútil como el ir hoy a los centros electorales".

Coincido plenamente con el Tío Caballo Rojo y aprovecho para plantearle que hay una piquiña que me viene molestando hace un tiempito y que tiene que ver con el ejercicio de mi profesión, la cual me gustaría descargarla ahora que nos acercamos al mes de la celebración del Día del Periodista.

Con la venida del tío, recuerdo que yo siempre concebí la profesión de periodista como una especie de apostolado al servicio de la gente para brindarle la información necesaria sobre los procesos de la sociedad, tanto los que afectan negativa o positivamente al ser humano, como a las comunidades en general. Ser su vocero, su caja de resonancia para llevar sus inquietudes como ciudadanos ante quienes han sido investidos del poder para tomar decisiones que marquen el rumbo del país o de la región.

Por supuesto, cuando uno dedica su vida a esta tarea, necesita poder vivir de ella, tener una remuneración que permita una vida decorosa, digna, decente. De allí la lucha que debemos librar constantemente para que nuestros empleadores provean los salarios necesarios para ello. Esto no siempre se logra, como pasa en la actualidad, cuando enfrentamos la más tétrica situación económica que el país haya sufrido en toda su historia.

Sin embargo, las dificultades económicas no pueden hacernos desechar nuestros postulados, aunque algunos nos califiquen de románticos y otros nos llamen pendejos. Precisamente, es en estos momentos de agobio, cuando nuestras comunidades necesitan de nuestra firmeza como comunicadores a la hora de recoger y difundir las inquietudes de la gente y exigir, como sus voceros, los cambios de ruta a líderes y gobernantes para abrir sendas de progreso y bienestar.

Hablo de esto porque veo con mucha preocupación cómo hoy en día hay colegas que manejan la comunicación como una franquicia, que no se cubre un hecho noticioso a menos que haya un pago de por medio, que se desechen los postulados de nuestro Código de Ética y se cobre en la fuente que se cubre y que un boletín de prensa sea tasado como una mercancía más, negando de esta manera información confiable y necesaria a los ciudadanos.

"Bueno sobrino, yo comparto su angustia, aun cuando entiendo que el hambre tiene cara de hereje. Precisamente en estas circunstancias es cuando el hombre tiene que sacar su fuerza interior y no perder la vergüenza. Solo así podrá superar los infortunios y ayudar a salir a flote a su gente. Las indignidades solo generan mayor miseria".