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El policía que tenía dos vacas
En virtud de estas cosas, el policía se consideraba el hombre de más poder en el pueblo, y suponía que ello le daba derecho a tener dos mujeres en la misma casa: la esposa, Julia Totumas, y la concubina, hermana de ésta, María Totumas. Así pues, se juzgaba con derecho a viajar en los dos trenes con el mismo boleto.
Juan José Bocaranda E.

Foto: CORTESÍA

Policía con dos vacas. / Foto: CORTESÍA

20 May, 2018 | Froilán Linaza, el único policía de Las Lajas, era brusco en el trato y excesivamente suelto en el decir. Por ello, siempre desubicado, no distinguía en presencia de quién estaba para "hablar como lo hace el pueblo". Por ejemplo, cuando el obispo, el nuncio apostólico y el gobernador del Estado visitaron el pueblo, Froilán utilizó un lenguaje procaz, que dejó turulatos a las eminencias, quienes disimularon con carrasperas, mientras se miraban entre sí en silencio.

Froilán vestía uniforme blanco fosforescente y cachucha con luces neón, porque, según el concejal que lo propuso, esa vestimenta contribuiría a disminuir los robos, pues los ladrones verían a la autoridad desde lejos y optarían por abandonar el intento. Además, empuñaba un rolo, precedente de los lanzallamas, útil para aporrear y arrojar chorros de negrohumo maloliente, a una distancia considerable, provocando náuseas y evacuaciones inmediatas al más valiente.

En virtud de estas cosas, el policía se consideraba el hombre de más poder en el pueblo, y suponía que ello le daba derecho a tener dos mujeres en la misma casa: la esposa, Julia Totumas, y la concubina, hermana de ésta, María Totumas. Así pues, se juzgaba con derecho a viajar en los dos trenes con el mismo boleto.

Julia, delgada, menuda y laboriosa. María, retaca, obesa, de vientre notoriamente distinguido, floja como la que más. Dormía hasta muy entrada la mañana; desayunaba con voracidad lo que le había preparado la hermana, y se iba a la puerta de la casa a ver pasar moscas, hasta que la llamaban nuevamente a comer.

Una mañana, Luisa Antonia, mujer del médico rural, le preguntó a Froilán si era posible que María trabajara en su casa siquiera medio tiempo, en labores de limpieza. Y él, que tenía sus razones, le respondió:

- Yo creo que no, señora. Es una mujer muy haragana. No hace sino comer, dormir y pararse todo el día en la puerta de la casa… a ver pasar moscas. De todas maneras, hable con ella.

Cuando Luisa le hizo la propuesta, María le respondió:

- No puedo. Todas las tardes, cuando Froilán viene del trabajo, me encuentra parada en la puerta (viendo pasar moscas) y me regaña "¡Epa, María, no trabaje tanto! Es que me tiene mucha consideración...

Luisa Antonia, bastante ingenua, le comentó a Froilán:

- Debe ser que María sufre mucho debido al embarazo.

- ¡Cuál embarazo?

- ¿No está embarazada? Por la barriga que muestra debe estar a punto de dar a luz… Por eso se siente muy cansada…

- ¡Ja,ja,ja! ¡!!¿Embarazada?!!! ¡Será de manteca…!

- ¿Está seguro, señor Froilán? Yo creo que está equivocado…

- ¡Claro que no, señora! ¿Me lo va a decir a mí, que soy el dueño de mis "vacas" y quien las conoce, las cuida y las ordeña?




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