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Las empanadas, por ejemplo
Hiperinflación e hiperabuso...
Juan José Bocaranda E.

17 May, 2018 | En febrero anotamos que los mercachifles estaban arrancando 30.000 bolívares por una empanada. Hoy, 180.000 (¡!). Aumento absolutamente injustificable.

Los abusadores alegarán que los costos de la harina, del queso, del aceite y del gas doméstico vuelan por la estratosfera. Sin embargo, mi esposa elabora 15 buenas empanadas con medio paquete de harina-pan, menos de media taza de aceite y unos 250 gramos de queso, y todavía le sobra masa para tres pequeñas arepas. No es cosa de milagros sino de que no la incita el lucro.

Un vendedor de empanadas pretenderá hacernos creer que para elaborar 40 de ellas gasta 10 paquetes de harina-pan, 8 kilos de queso y 9 litros de aceite. Y no dirá que el aceite es reciclado aunque peligre la salud del consumidor, lo cual no le importa porque la inconsciencia es elemento activo de la hiperinflación desbocada.

No pretendemos en el común de las personas un espíritu humanitario y de solidaridad ni mucho menos, pues ello es un imposible entre los homínidos. Pero, una cosa es la hiperinflación real debido a la dinámica objetiva de la economía, y otra la hiperinflación artificial, agregada por el deseo de hacerse rico de la noche a la mañana, aprovechando la ocasión y valiéndose de la necesidad ajena, aun desangrando a los compatriotas y empujándolos a la tumba. Aquélla es una hiperinflación económica. La segunda, una hiperinflación moral, peor aún porque dice de la ruindad de sus autores.

Los hiperprecios de los productos y de las mercancías son consecuencia, en un alto porcentaje, de la avaricia y la desconsideración. Podría afirmarse que mientras la hiperinflación real es de un 70%, la artificial es de un 30% o más. Si no, véanse por ejemplo, las ferreterías: las mercancías depositadas allí durante años, son vendidas ahora como recién importadas, cuando todos estamos enterados de lo que ha venido ocurriendo respecto a las importaciones. El lunes de la semana antepasada un repuesto eléctrico por cuyo precio pregunté, costaba 80.000 bolívares. Menos de una semana después no pude comprarlo porque costaba 580.000. Y ni se diga de las carnicerías, que venden pellejos viejos a precios nuevos. Y de los almacenes de las triquiñuelas, donde hoy venden un rollo de papel higiénico por casi tres millones de bolívares, cuando la semana pasada costaba 800.000.

Empanadas o legumbres; calzado, escobas o tornillos, el espíritu predominante es uno solo: la especulación desmedida y la inhumanidad.

La verdadera "guerra económica" es la guerra moral de los unos contra los otros, en un país fragmentado como vidriera rota a pedradas. ¿Hasta cuándo seguiremos tragando los vidrios pulverizados por la indiferencia en un país que se hunde en la angustia y la desesperanza? De la desesperanza a la desesperación solo hay un pequeño paso... ¡Cuidado!




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