26 Abr, 2018 | El venidero 20 de mayo, las venezolanas y los venezolanos en edad de votar elegiremos al presidente de la República, así como a las y los diputados de los Consejos Legislativos Regionales. Será la manifestación de voluntad soberana del pueblo, ejercida de manera directa en la forma prevista en la Constitución y, de manera indirecta mediante el sufragio, a través de las disposiciones normativas emanadas del Consejo Nacional Electoral. Esta nueva contienda cívica se da en un marco de ciertas atipicidades. Por un lado, se trata de un llamado adelantado de elecciones ordenado por la Asamblea Nacional Constituyente, que en expresión del poder originario, supraconstitucional y soberanísimo, consideró conveniente adelantar las elecciones. La oposición, que venía presionando y pidiendo elecciones anticipadas, bajo el argumento de “ausencia de condiciones”, decidió –una parte de ella- no participar y llamar a la abstención. De otro lado, las presiones internacionales se han hecho sentir y un conglomerado de gobiernos adversos al proceso político que los venezolanos elegimos, presionan de manera grosera e injerencista por lograr el aplazamiento de las elecciones y han anunciado el no reconocimiento del eventual triunfo del candidato Nicolás Maduro Moros.

Contra todo pronóstico, la campaña electoral arrancó y los cinco candidatos acreditados para la contienda ya anuncian sus propuestas y realizan sus actos. El candidato Henri Falcón, exgobernador del estado Lara, presentó lo que sería su programa de gobierno en caso de ganar las elecciones. Se trata de un paquete de profundo contenido neoliberal con el cual aspira arreglar la economía. Destaca entre sus propuestas la llamada “dolarización” del salario como una forma de hacer frente a la hiperinflación que ha elevado hasta la estratosfera los precios de los principales artículos de consumo masivo.

Para lograr esto, Falcón y su equipo han señalado que acudirán a los organismos multilaterales en procura de préstamos que sin lugar a dudas, incidirán notablemente en los niveles de endeudamiento de la República y, como es sabido, ello demandará un plan de ajustes que pondría en peligro los beneficios sociales de los sectores más vulnerables de la población. Ello también supondrá colocar como garantía buena parte de las reservas internacionales de la Nación, así como sus recursos energéticos y minerales monetizados y estratégicos.

El presidente Nicolás Maduro Moros, quien aspira a la reelección y todo indica que así será, a no ser que ocurra una debacle entre las filas del chavismo y factores aliados del Gran Polo Patriótico, ha llamado a la unidad para hacer frente a las amenazas imperiales, promete mantener y garantizar las conquistas logradas en estos veinte años de Revolución Bolivariana. Ha dicho también que a partir del veinte de mayo él será un presidente “renovado” y junto a los aliados nacionales e internacionales, enfrentará la grave crisis económica. Seguramente Maduro piensa que faltan más días de los que han pasado y vendrán días mejores, como solía decir en Caripito Abdón Rivas con su bandolín a cuestas y cuatro palos en la cabeza.