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23 de abril de 2024





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Las dos cajas de Pandora
Lo que se ve en calles de ciudades y campos, es gente “fea”, por el espíritu que emana, de hostilidad, agresividad, disposición a la violencia, al asalto, a la rapacidad, como a impulsos de una mala voluntad generalizada que hace de nuestra tierra un país extremadamente incómodo e infeliz. Y es que para seguir viviendo en Venezuela y no escapar, como tantos, se necesita valentía, amor verdadero y sentido a esta nuestra tierra, de la que Bolívar parece haberse olvidado.
Juan José Bocaranda E

26 Abr, 2018 | Dos cajas abrió Pandora, por malevolencia de Zeus: la que contenía todos los males, que se esparcieron por la Tierra llevando enfermedades, dolor, desavenencias, traiciones y muerte; y la que contenía todas las manifestaciones de la voracidad más increíble y del despellejamiento más cruel, que inundaron, como río de lodo, toda Venezuela.

¿Quién hubiese podido imaginar que nuestro país, lago apacible, de aguas azules, puras, rodeado de una vegetación paradisíaca, era, en realidad un charco putrefacto, en cuyas aguas se ocultaban el mal, la perversidad, el odio y un hambre atroz por el enriquecimiento fácil y despiadado? ¿Quién hubiese podido imaginar que la “Tierra de Gracia” ocultaba un hatajo de homínidos perversos, enceguecidos por el afán de lucro, dispuestos a la perpetración de hechos abominables de rapiña e inhumanidad, capaces de llegar, con osadía increíble, al colmo de pisotear los valores morales que hasta entonces aparentaba? ¿Adónde fueron a parar la simpatía, el trato llano y fraternal, la acogida franca y bondadosa de la que antes se hacía gala internacional?

Es como si alguien hubiese removido el agua y hecho salir a la superficie la basura más insospechada. Se despertaron las pasiones más bajas, las tendencias más animales , la proclividad al mal. El egoísmo más abominable vino a reemplazar la por lo menos aparente generosidad. La codicia, la avaricia, el arrebato, la violencia, desplazaron a sus contrarios, casi hasta asfixiarlos. Es una guerra de todos contra todos, en medio de la cual campean, como catalizadores del mal, la soberbia, el abuso, la prepotencia, la hipocresía, la envidia, la maledicencia, la impunidad y la facilidad para mentir, calumniar y ofender.

Lo que se ve en calles de ciudades y campos, es gente “fea”, por el espíritu que emana, de hostilidad, agresividad, disposición a la violencia, al asalto, a la rapacidad, como a impulsos de una mala voluntad generalizada que hace de nuestra tierra un país extremadamente incómodo e infeliz. Y es que para seguir viviendo en Venezuela y no escapar, como tantos, se necesita valentía, amor verdadero y sentido a esta nuestra tierra, de la que Bolívar parece haberse olvidado.

La gente sale a la calle por necesidad extrema, no por gusto, pues se vive un ambiente de divisiones, de intereses contrapuestos, de rencor, de rabia sorda, incrementada por la falta de alimentos, que es el mal más extendido y cruel de cuantos nos azotan y atormentan.

Causa una rabia dolorosa sentirse despellejado, despojado, aniquilado por quienes atracan al consumidor en los “puntos de venta”, con el abuso de pagar un 25% más como “multa” o castigo por no hacerlo con “dinero contante y sonante” que luego revenden, en el negocio del siglo.

¿Por qué merecemos esto, Señor? ¿Qué tan mal nos hemos portado para merecer esta Pandora? ¿En qué hemos pecado superando en vicios y crimen a otros países?

Quiera Dios que en el fondo de la caja siquiera nos quede Elpis, ”el espíritu de la esperanza”, lo último que se pierde, si es que no la hemos perdido ya.




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