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Corea y Siria
La política de esta dilatada autocracia dinástica, depurada emulación de los más severos despotismos asiáticos, lo cual ya es decir bastante, ha encendido botones de alarma en casi todas partes. Especialmente en el Japón, único pueblo en el mundo malherido por un par de bombas nucleares / Hiroshima y Nagasaki, agosto 1945/.
Walter Castro Salerno

21 Abr, 2018 | 1.- Corea: En el mapa de Asia, la península de Corea emerge tal una protuberancia, o está como guindada de la enorme masa continental de Manchuria y el mar de Japón. No tiene una gran superficie. En contraste con las populosas naciones del Lejano Oriente, el tamaño demográfico es modesto, pero conserva homogeneidad étnica. Su historia, tanto la muy antigua, como la relativamente reciente, pongamos después de la Segunda Guerra Mundial, la otra guerra, la fría, y el proceso de descolonización en Asia, a inicios de la década de los 50 del siglo XX, está ligada tanto a ser teatro de enfrentamientos de grandes imperios, chino, mongol, japonés, ruso y americano, como al hecho de hallarse encerrada en el duro puño de la familia de Kim Il-sung. La política de esta dilatada autocracia dinástica, depurada emulación de los más severos despotismos asiáticos, lo cual ya es decir bastante, ha encendido botones de alarma en casi todas partes. Especialmente en el Japón, único pueblo en el mundo malherido por un par de bombas nucleares (Hiroshima y Nagasaki, agosto 1945). Eso debido al dominio en Corea del Norte, con fines militares, de la energía que emana de la fusión de los núcleos de átomos del uranio y el plutonio, y de la cohetería para moverla. La sangrienta guerra entre las dos Coreas (1948-1953), y la subsecuente intervención de los imperialismos chino, ruso y estadounidense, la cual, dicho sea de paso, produjo el cese del legendario MacArthur, condujo asimismo a la división del país en dos. Uno al norte del paralelo 38 y otro al sur. Esto ha constituido y sigue siéndolo, un tema fundamental y complicado en las relaciones internacionales. Sorprende en éstas, que las habituales y fanfarronas bravuconadas de Mr. Trump, desemboquen en extrañas conversaciones entre el estratega mayor de la CIA y el dirigente norcoreano, con vista a una cumbre de los dos extravagantes mandatarios.

2.- Siria: País de antiquísima y muy rica cultura, cuya capital Damasco, junto con Bagdad, fue centro irradiante de la expansión y esplendor del islam desde el siglo VII. Al término de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la desintegración del Imperio Otomano, aliado en ella del alemán y del austro-húngaro, y de aquel del cual era colonia, con los tratados de paz de los vencedores, devino en protectorado, bajo la figura de "mandato", con el Líbano, de Francia. Su historia reciente está también ligada al panarabismo y, tal cual Corea, corresponde también, qué de cosas, ¿no es así?, a un modelo de dura y feroz autocracia dinástica: la de Bashar al Asad. Historia conocida: Partido único, candidato único, elecciones con ganador sobrado y conocido de antemano. Escenario también de enfrentamientos geopolíticos. El juego es de los imperialismos ruso-eslavo, cuyo alcance al Mediterráneo oriental es vital, del turco y del norteamericano, por la alianza con la Arabia de los saudíes y el control de petróleo, así como la de Irán con su oposición a la anterior y la omnipresencia de Israel, encajado allí y dotado también de armas nucleares. Aquí también la errática política de Mr. Trump ha conducido a un túnel sin salida. El histriónico mandatario, sujeto obediente del todopoderoso lobby israelí en el Senado y la Casa Blanca, en Washington, liderado por su yerno, Jared Kushner, socio del príncipe heredero de la casa real saudí, no ha hecho sino fortalecer al sanguinario régimen de Al Asad. Mr. Trump desdeña, como apunta un influyente escritor y columnista independiente estadounidense(*), olvida las brutales atrocidades de regímenes tiránicos: el presidente filipino Rodrigo Duterte, la familia real saudí, los genocidios en Burma… y la negación al derecho de refugio y asilo de miles de refugiados sirios a los EUA. Tales contradicciones e incoherencias del presidente norteamericano no han hecho sino estimular, fortalecer, a todos los regímenes autoritarios, dinásticos y sanguinarios en el mundo entero.

(*) George Packer, "New Yorker".




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