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El desquite y la amistad
Capítulo extraviado de "Don Quijote de La Mancha" hallado recientemente en una antigua biblioteca de Alcalá de Henares.
Juan José Bocaranda E.

jleal

15 Abr, 2018 | “Todavía en medio del sufrimiento causado por Ginés y los demás galeotes, dijo Don Quijote a Sancho:

Por la ingratitud está que revienta la capacidad del infierno, donde los diablos atormentan con saña sin igual a la gente mal agradecida porque es de ley divina que los ingratos sufran el doble. Tanto se fija Dios en la criatura bien agradecida, como en la maldita que no agradece, desconociendo la bondad de la que se le hace merced.

Dígote estas cosas porque he de ir en busca del tal Ginés o Ginesillo, que lo mesmo me da que sea de Pasamonte o de la China, que de Parapilla o La Pepilla, pues el fementido canalla me las debe pagar con creces y recreaciones, por la grave afrenta que ha venido en desmedro, menoscabo y duda de mi dignidad de caballero y, sobre todo, en ofensa al sagrado deber de la gratitud.

- Lo de los caballeros va que chuta, –atinó a decir Sancho, abrumado por tan extensas parrafadas- aunque los escuderos no sentimos las afrentas, pero sí las palizas, porque tenemos más cerca las costillas que las vergüenzas.

- Por las que veo también tú estás de acuerdo en que persigamos a nuestro ingrato vapuleador y le demos pronto alcance y merecido desquite, no solamente por la grave pedriza de la que nos hizo padecer y sufrir, sino, desde ya, por la falta de gratitud que sin maldita razón desencadenó contra nuestro esqueletaje. Y lo mesmo hemos de buscalle y hallale en la Umbría que en las Sajonias, aunque para mí debe estar de nuevo en las galeras, destino natural de todos los follones.

Pero, Sancho, mientras procuraba calmar al asno y consolar a Rocinante, temiendo nuevas, inútiles y peligrosas aventuras, dijo, con tonillo melifluo y pacificador:

- Mirándolo, señor, con mejor ojo. No es de buenos caballeros el desquite por las afrentas o las palizas, ni de buenos cristianos no perdonar ni olvidar.

No bien hubo escuchado Don Quijote estas "escapadas felonas", dijo a su escudero con voces firmes y actitud fiera:

- No esperaba tal de tí, que no es de amigos excusar las ofensas, ni justificar al ofensor, ni apaciguar al ofendido. Porque la amistad se debe a la verdad, como a la luz el sol y la infinita bondad a Dios. El amigo verdadero otorga al ofendido y lo sustenta en su propósito justo y lo alienta y le provee. La amistad es siempre positiva. Es acción, nunca omisión. Es principio, no excepción. Las amistades falsas se delatan con propuestas torpes e insinuaciones absurdas y van cayendo como las hojas secas aunque no las menee el viento, hasta que el bosque es una estera de hojarasca putrefacta, y sólo permanece en las ramas una que otra hoja verde y fuerte. ¿Eres tú de éstas, Sancho? ¿De qué lado aguijas? El buen amigo está presto y dispuesto a sumar y multiplicar, no a restar ni dividir, sino a secundar la lucha en bien de la justicia. Jamás confundas nobleza con justificación cobarde, ni caridad cristiana con bobaliconería sospechosa. Porque también de justificadores cobardes y de nobles falsos se nutre el infierno y se refocilan diablos con diablas. Y no me vengas con aquello de que "quien perdona olvida". Porque quien olvida, deja de lado los engaños, las traiciones y las malas experiencias y facilita que quien se las causó se las cause de nuevo. O, más brevemente, al que no quita la mano se la vuelven a pisar. El desquite por la dignidad y por la gratitud, no es, por lo que a mí atañe, vulgar venganza, sino rescate por lo justo: es retornar las cosas a su lugar natural. No incito a la venganza, sino que llamo a las puertas de la justa justicia.

Entristecióse Sancho ante estas razones, tanto, que gimiendo y conteniendo a penas duras el ímpetu del llanto, sólo osó decir:

- Perdone Ud. Señor Quijote, mi torpeza, hija de mi poco saber y rustiquez, y no de voluntad ni corazón malquerientes.

- Bien, amigo. Comprendo tu desliz. Pero, debemos salir ahora mesmo en busca del hijo de la p… de ese Ginés de los Pasamonos. Porque a los bellacos, aunque sea a palos, hay que enseñarles que gran parte de la dignidad del hombre toca a la gratitud y que la ingratitud debe ser castigada por el valor de los caballeros.>>




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