17 Mar, 2018 | Es que uno -ante las cadenas interminables y los cansones mensajes populistas- se convence cada día más de la mojiganga del régimen, armado con una mamadera de gallo como para burlarse en pleno rostro de los que estamos jodidos. Es que basta con verle la cara a Maduro, bien papeado y muy ocurrente, rodeado de aplaudidores incondicionales y escaladores de honores, filosofando como un Chávez cualquiera, aumentando sueldos o inventando bonos y monedas para resolver la desgracia económica. Es que en esta apuesta de quién ofende más al opositor, apátrida, burgués; y quién jala más pelotas para ver feliz al comandante-presidente, nada impresiona ya. Como se diría en palabras de estudiosos: hemos perdido la capacidad de asombro frente a la creatividad de esos personajes gobierneros, que parecen sacados por un mago del mismo sombrero; o mejor, cortados con las mismas tijeras.

Del fondo del mapire, en una de esas ocurrencias revolucionarias de cualquier “sinoficio” con ganas de figurar y ganarse la voluntad de los enchufados, sacaron el invento del protector. ¿Usted ha visto? Es la manifestación más perdedora de quien se cree triunfador, con algo parecido a dar forma caprichosa y por la fuerza a las decisiones justas y naturales. Así como está clarísimo que mal repartiendo bolsas de comida importada, jamás se resolverá un problema de abastecimiento y hambre; es verdad irrevocable que imponiendo funcionarios paralelos para que opaquen la acción de los legítimos, puedan aplacar el enredo político. Debe ser hasta vergonzoso para una criatura medianamente honesta y en su sano juicio, cargar con ese peso de fungir en un cargo para el cual no tiene la aprobación de quien debería otorgársela. Es pensable y evidente que esta práctica incrementa en porcentajes considerables, tanto la imprudente burocracia como su similar escrita con erre, que disponen de presupuesto, infraestructura y beneficios superiores, para que adelanten la pobre misión de anular con opulencia la gestión de los elegidos del pueblo, cuando deberían sumar fortaleciendo el mandato popular. Pero resulta más fácil y provechoso montar un parapeto para mortificar y disolver recursos, haciendo más difícil la labor constitucional.

Así se multiplican los esfuerzos para mantener figuras ilícitas como el invento de la ANC, violentando la Constitución y dando la ñapa con el desconocimiento a Poderes Públicos como la Asamblea Nacional, y nombramiento de aquellos que no resultan de elección popular; o el desmembramiento de la institucionalidad, como el patentizado con el dictamen de baja y encarcelamiento a oficiales superiores de las Fuerzas Armadas. Los inventos tienen sus límites.