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28 de marzo de 2024





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Gabriel
Pescaíto le llamaban cariñosamente. Yo no te conocí Gabriel pero tu muerte me duele y resquebraja el alma. Te arrancaron la vida que aún andaba a tientas en tu ingenua humanidad. Inconcebible barbarie la que apagó tu luz y tu sonrisa de chocolate.
Félix Roque Rivero/@Espartaco2021

15 Mar, 2018 | Miraba la televisión española y de repente un “extra” anunciaba al mundo uno de los crímenes más crueles y absurdos de que se tenga noticia. Un niño de apenas ocho añitos sucumbía ante la crueldad de una mujer enfurecida que lo veía como un obstáculo para sus aspiraciones sentimentales con el padre del niño. En un paraje solitario sin más compañía que la helada ventisca del invierno, la mujer poseída por mil demonios destruyó la inocencia y apagó la sonrisa y la mirada de Gabriel y con ello sus sueños no soñados y su vida no vivida y su tibio calor de pajarito anidado.
Nada puede justificar un crimen de estas dimensiones, máxime cuando la asesina convivía con la comunidad, era la novia del padre del niño, daba paseos con éste y se ganó la confianza de todos. Ningún signo de enfermedad mental tenía. Posiblemente su egocentrismo exacerbado le decía que era ella y nadie más que ella el centro de todas las atenciones, comportamiento patológico paranoico donde afloraron sus complejos sin límite alguno, exhibidos con total brutalidad ante la ingenuidad de un niño que gustaba de cantar y rellenar de colores sus cuadernos.
Pescaíto le llamaban cariñosamente. Yo no te conocí Gabriel pero tu muerte me duele y resquebraja el alma. Te arrancaron la vida que aún andaba a tientas en tu ingenua humanidad. Inconcebible barbarie la que apagó tu luz y tu sonrisa de chocolate. Desde donde estés, sigue jugando como juegan los niños que no saben de males y sí, mucho de sueños.
Ante este hecho es dado pensar en los millones de niños abusados, atacados en una sociedad cada vez más globalizada que se ha olvidado de los valores simples de vivir con humanidad. Una sociedad que gira alrededor de un mercado que tiene oferta y demanda de avaricias y egoísmos desenfrenados, donde lo ético poco importa. Donde las personas deambulan desenfrenadamente persiguiendo un empleo, un mendrugo de pan. Donde los grandes presupuestos para la guerra y las armas nucleares rompen los guarismos de las calculadoras, mientras el hambre y la desnutrición campea como fantasma que de manera indetenible recorre los parajes terrestres, dejando tras de sí almas insepultas y gemidos inaudibles. Una sociedad que se ha tornado dura, muy dura, insensible y carente de solidaridad.
Hoy es Gabriel y con él toda España y buena parte de la humanidad que se reciente y gime por el accionar de una mujer fría y fanática de sí misma. Hora de pensar en nuestros niños que muchas veces van dormidos al colegio y que ni alimentos tienen para soportar los rigores de una jornada educativa mal concebida que gira en torno a un plan operativo anual que impone indicadores apretujados, sin reparar en el ser, en sus verdaderas necesidades, en sus querencias. Ojalá que las manos criminales que acabaron con Gabriel, queden inservibles para siempre; que la autora se condene asimisma más allá de la condena judicial que debe recibir. Como dijo la madre de Gabriel, el cuanto terminó, la bruja malvada fue derrotada. Sin odios, seguiremos surcando las aguas tras nuestro “pescaito”.




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