15 Mar, 2018 | Como un haz de luz de cultura y civilidad que Margarita -Faro de la Insurrección- ofrece a nuestro desventurado país y al mundo, como un fiero acto de rebeldía ante la barbarie que nos asola, el domingo pasado se inauguró la IV Feria Internacional del Libro del Caribe.

En medio de las limitaciones materiales que impone la devastación económica de nuestro país, el empecinamiento testarudo de la Universidad de Margarita y de Antonio López al frente de la Comisión Organizadora, venció obstáculos y superó imposibles.

Y aquí estamos, bebiendo luz y respirando aromas de tinta y papel. Disfrutando de la presencia, la palabra y la obra de José Balza; discreto, silencioso y poderoso como un Yoda, a quien sentimos todavía más cercano cuando comenta que su madre salió de Las Cabreras agostada, para buscar el agua de los caños del Delta y encontrar a su padre.

Celebrando a Juan Carlos Chirinos quien asentó reales en España y triunfa como novelista. Compartiendo con Francisco Suniaga sobre libros y narradores neoespartanos.

Estremeciéndonos con el trueno jupiterino que es la voz de Armando Rojas Guardia en sus arrebatos místicos.

Y aquí estamos también pensando a Venezuela, preparándonos para la reconstrucción.

Elías Pino, cáustico pregonero, explora en la historia de las mentalidades, las claves para que el Mensaje de Mario Briceño Iragorry llegue a destino. Ramón Guillermo Aveledo y Alfredito Díaz hablan sobre la vida civil y esa auténtica plaga que es el militarismo.

Ramón José Medina compara a Venezuela con otros países petroleros para entender nuestra perniciosa actitud rentista, recomponer el imaginario y articular la narrativa que abra paso al país nuevo.

Todavía queda feria hasta el domingo. Gracias, FILCAR 2018.