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28 de marzo de 2024





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“Mi primo hermano”
Esta forma muy particular de tratamiento entre los margariteños y bastante frecuente también en algunas localidades del oriente del país, al igual que la conseja: “la mujer margariteña es la cabeza de casa, la jefa de familia, porque el marido debe ausentarse a cumplir con la faena pesquera” y el refrán: “carne’e prima también se come”, en nuestra opinión, tales expresiones pudiesen tener su origen en la época colonial como resultado del intenso proceso de mestizaje biológico llevado a cabo entre nuestras tres matrices genésicas: amerindia autóctona, hispana y negroafricana y la forma de relacionarse entre sí, sobre la base de sus respectivos sistemas de parentesco. Antes de continuar, es menester destacar que, en la España de ese momento, el rey solía usar el vocablo “primo” en sus correspondencias privadas como una forma de tratamiento para dirigirse a las personas principales del reino (Pequeño Larousse Ilustrado, 1999: 823).
Francisco E. Castañeda M. | fran.caman@hotmail.com

12 Mar, 2018 | “¡Epa! Licho, mi primo hermano, ¿cómo está todo?”. “Despreocúpate mija linda, que mi primo hermano Colacho arregla eso”. Esta forma muy particular de tratamiento entre los margariteños y bastante frecuente también en algunas localidades del oriente del país, al igual que la conseja: “la mujer margariteña es la cabeza de casa, la jefa de familia, porque el marido debe ausentarse a cumplir con la faena pesquera” y el refrán: “carne’e prima también se come”, en nuestra opinión, tales expresiones pudiesen tener su origen en la época colonial como resultado del intenso proceso de mestizaje biológico llevado a cabo entre nuestras tres matrices genésicas: amerindia autóctona, hispana y negroafricana y la forma de relacionarse entre sí, sobre la base de sus respectivos sistemas de parentesco. Antes de continuar, es menester destacar que, en la España de ese momento, el rey solía usar el vocablo “primo” en sus correspondencias privadas como una forma de tratamiento para dirigirse a las personas principales del reino (Pequeño Larousse Ilustrado, 1999: 823). Sin embargo, consideramos que esa referencia no tiene mayor relevancia en lo que respecta al tema que nos ocupa. La hemos mencionado simplemente como una nota informativa.
Tal como hemos señalado en otras oportunidades, desde los primeros tiempos del proceso colonizador, el elemento hispano arribado a este territorio insular no tuvo reparo alguno para mantener relaciones informales exogámicas, conocidas como amancebamientos, con la mujer guaiquerí. La progenie resultante fue considerada, desde el punto de vista socio jurídico, como de condición libre pero no legítima, de allí que fuese identificada con el apelativo de “hijo natural” y su crianza, por lo general, se hizo de acuerdo con los patrones culturales predominantes de la sociedad autóctona. Sin embargo, algunos de esos descendientes gozaron de ciertos privilegios por ser hijos de mujeres pertenecientes a la nobleza indígena y de hispanos que ocupaban una posición jerárquica de importancia. A diferencia de los anteriores, éstos fueron legitimados y reconocidos por sus padres, quienes le otorgaron sus apellidos y su crianza y educación se realizó de acuerdo con los valores de la tradición cultural hispana. Caso, por ejemplo, del mestizo Francisco Fajardo y sus dos medio hermanos por parte de madre, Alonso y Juan Carreño.




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