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Farmapatología fagedénica
El médico danés Peter C. Gøtzsche manifiesta que “la industria farmacéutica está corrompida hasta la médula, extorsiona a médicos y políticos, y mantiene enormes beneficios a fuerza de medicar innecesariamente a la población... La industria farmacéutica es inmensamente rica y poderosa, y ha corrompido los sistemas de salud de una forma extraordinaria.
Juan José Bocaranda E.

22 Feb, 2018 | Existen úlceras especialmente malignas porque corroen o “comen”, literalmente, los tejidos del organismo: se trata de las úlceras fagedénicas. Imagen de las grandes empresas farmacéuticas del mundo.

Las grandes empresas farmacéuticas perforan los bolsillos y devoran sin misericordia a todo el que ose acercarse a un expendio de medicinas. Y lo digo por experiencia propia. Acabo de regresar de una farmacia, donde hileras de personas abandonaban como en derrota la ventanilla de atención al público, espantados por los precios aplastantes de las medicinas. Precios que terminan por asesinar de miedo y angustia, a los pacientes de enfermedades crónicas.

Mi experiencia no es exclusiva, sino, por el contrario, una más entre las tribulaciones que tiene que soportar una población atada de pies y manos bajo las pezuñas del abuso de los inconscientes y de la prepotencia de las multimillonarias empresas de la mal llamada salud. Mi esposa padece de hipertensión y de diabetes, cuyo control a través de los medicamentos se supedita al afán de lucro de los empresarios, para quienes empuñar la decisión de la vida o de la muerte, representa una más de sus diversiones. La gente queda clavada ante la alternativa de adquirir los medicamentos y morir de mengua o la de dejarse morir asfixiada por la dolencia.

La caja de la medicina contra diabetes contiene dos sobres de diez comprimidos cada uno. Pues bien. Tuve que comprar uno solo de ellos por casi medio millón de bolívares (Bs. 480.677,98). No me alcanzó el dinero para comprar el medicamento contra la hipertensión, cuyo costo, de sólo un sobre de diez unidades, fue de un millón y tanto (Bs. 1.500.436). Todo, incluyendo la renuncia forzada a la vida, para que los dueños de las grandes farmacéuticas gocen de la suya, sin la más mínima pizca de remordimiento que seguramente amortiguan entre las nubes de los sedantes que ellos mismos fabrican. Sí. Son dueños del mundo y todo lo manejan a la orilla de los valores éticos, de tal forma que no buscan realmente combatir las enfermedades sino enriquecerse a toda costa. Lo que, obviamente, significa que juegan con la salud de la gente, en todos los rincones del Planeta.

El médico danés Peter C. Gøtzsche manifiesta que “la industria farmacéutica está corrompida hasta la médula, extorsiona a médicos y políticos, y mantiene enormes beneficios a fuerza de medicar innecesariamente a la población... La industria farmacéutica es inmensamente rica y poderosa, y ha corrompido los sistemas de salud de una forma extraordinaria. Es una corrupción de largo alcance. Todo el proceso por el que nuestros medicamentos son investigados, aprobados y recetados ha sido corrompido. Esto implica manipular los datos científicos, pero también comprar a casi cualquier persona que pueda tener influencia en el sistema, incluidos los ministros de salud”.

Mientras se despliega la crítica contra las grandes farmacéuticas, y la lluvia cae como si nada, nos mantendremos víctimas de las dentelladas de una úlcera voraz que al parecer no tiene cura. Seguiremos ante la alternativa de morir de esa cruel enfermedad que es el hambre, o la de vivir como zombis esclavos para que los dueños de las grandes farmacéuticas sigan engordando.














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