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19 de abril de 2024





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El dios y señor de las piedras (II)
La canción silente y despierta en la flor y en los labios. Un himno de amor creado en la intimidad del Páramo, ahí, impertérrito y soñador; en la nieve y en el frailejón. Armónico maestro mensajero de la paz. Andino de la inocencia y la ilusión. La mano de bendiciones y santiguador de los satanizados. Pájaro libre. Fantástico. Romántico.
Perucho Aguirre

22 Feb, 2018 | La piedra eterna. Él lo sabía. No admite desgaste y no se puede tocar malignamente. El viento glacial de Los Andes venezolanos ese sol que nos va quemando a escondidas es parte de esta notable belleza. Ni la perpetua nieve podrá con esas piedras de Juan Félix Sánchez. Por eso él lo logró con ellas. Casa, mobiliario, sistema de riegos, Santos, cruces… ¡El Cristo! Porque Él sabía que, con el hombre no se juega… ¡Oh! Este hijo natural de Los Indios Timoto-Cuicas, que cabalgó como Bolívar y sus patriotas en el tiempo y se adelantó a su propia historia. Precipicios, farallones, cimas imposibles de imaginar, hondonadas para transitar y saborear. A todo le halló solución para la gran cosecha de la vida, ¡la creatividad!

Y así, como venció la niebla densa y poética, espesa y pesadamente fría, se impuso a lo que muchos pensaron que era una flagrante y ardiente locura… ¡Lograr un mundo real y loable de lo imposible! Sonrieron los cafetales y los trigales. El cóndor siguió volando bonito e impresionante. Verdes de todos los colores de la montaña. ¡La Sierra, ahí, como la destreza infinita de un Dios que en esa maravilla canta y ora para que la humanidad perdida del venezolano vuelva en sí! Papas y zanahorias. Lechugas, remolachas y alcachofas. Acelgas y el rojo sanguíneo de sus niños y sus muchachas. La preciosísima fresa que es una bendición de la tierra andina. ¡Sus molinos, que cuánto los quisiera Miguel de Cervantes! ¿Y quién no le sonreía a Juan Félix Sánchez en aquellas alturas del frenesí enamorado?

La canción silente y despierta en la flor y en los labios. Un himno de amor creado en la intimidad del Páramo, ahí, impertérrito y soñador; en la nieve y en el frailejón. Armónico maestro mensajero de la paz. Andino de la inocencia y la ilusión. La mano de bendiciones y santiguador de los satanizados. Pájaro libre. Fantástico. Romántico.

Medicinal y puro en el candor e instinto del animal indomesticado ¡Célula gigante! ¡Oh! Las piedras hablan, musicalizan y cantan. ¡Trabajan! Es el equilibrio emocional de lo tangible y verdadero: ¡La vida! Partiendo de lo desconocido para alcanzar el sí anhelado de un amor que no es tan débil como el sol del páramo venezolano. Whitman, el poeta de Long Island lo dijo: “Por sus obras le conoceréis”. Como Reverón y Simón Rodríguez, Juan Félix Sánchez jugó a las piedras y ganó, sí, para ser otro venezolano de grandeza y excepción…

¿Azul?




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