22 Feb, 2018 | La Comisión que organiza la VIII Cumbre de Las Américas que tendrá lugar en Lima, Perú, ha decido declarar persona non grata al presidente Nicolás Maduro e impedir que acuda a la reunión. Pedro Pablo Kuczynski y su gobierno complace así a sus amos imperiales. La rancia oligarquía peruana no nos perdona ser el país donde nació “El padre y salvador de la Patria”, como fue declarado Bolívar por el Congreso del Perú el 10 de febrero de 1825. No nos perdonan ser los herederos del más grande hombre parido en estas tierras que convenció a San Martín que Guayaquil debía ser un país libre y así nació Ecuador cuando las pretensiones de la oligarquía limeña era anexarse a Guayaquil como territorio peruano. Jamás nos perdonarán el gesto del caraqueño universal de crear la República de Bolivia en el territorio del Alto Perú. La canciller del Perú ha declarado que si Maduro vuela sobre el espacio aéreo de su país, su avión será derribado porque el “territorio peruano es sagrado e inviolable”, olvidándose que ellos han permitido que la más grande base militar norteamericana del Pacífico, está instalada en ese territorio con todos los privilegios, tornándose intocable e inviolable, con un personal que goza de todo tipo de inmunidades, con clara violación de la soberanía y dignidad del Perú. Esa oligarquía que pretendía pactar con España y continuar con sus privilegios, no nos perdona haber seguido la senda de Bolívar, el más valiente capitán que con su inteligencia y la fuerza de Sucre redimió las cadenas de Pizarro en Ayacucho. Es en buena medida la misma casta que continúa negando los derechos de la mayoría indígena, maltratando a los humildes, privilegiándose con el más abyecto autoritarismo.

La marramuncia que comete el gobierno peruano y las viudas del Perú, es de tal magnitud que el diplomático de ese país, Dr. Oswaldo de Rivero, ha dicho que “la cancillería peruana comete la madre de todos los esperpentos diplomáticos al desinvitar al presidente venezolano a la Cumbre de las Américas”. La postura peruana es contraria al artículo 132 de la Carta de la OEA que establece: “la asistencia a las reuniones de los órganos permanentes de la Organización, o a las conferencias y reuniones previstas en la Carta, o celebradas bajo los auspicios de la Organización, se verificará de acuerdo con el carácter multilateral de los órganos, conferencias y no depende de las relaciones bilaterales entre el Gobierno de cualquier Estado miembro y el Gobierno del país sede”.

Si Maduro decide asistir o no a dicha Cumbre (en lo personal pienso que no debería asistir), ello será una decisión soberana y enmarcada en los gestos de amistad que para con los pueblos y gobiernos se debe tener, más allá de las diferencias políticas e ideológicas que sin lugar a dudas existen entre Lima y Caracas. No serán estos fariseos los que impidan la presencia del compañero presidente Maduro en Lima y, si lo hacen, tendrán que responderles a los pueblos de América Latina y del Caribe si cometen un magnicidio.