21 Feb, 2018 | Si sueño esperanzas y aunque la gente diga que soy un iluso, espero que mi país salga de esta calamidad. No espero que lleguemos al fondo que ya estamos tocando porque sigo soñando con un país libre y económicamente solvente. Estamos atravesando una tormenta que sacude el alma nacional y no deja avanzar a los ciudadanos por la ruta del desarrollo, pero estoy consciente que por esos caminos tenebrosos han pasado muchos países del globo.

De aquella nación próspera que tenía una moneda fuerte, unos ciudadanos alegres, una democracia herculiana y una libertad plena, apenas nos queda un cuero seco que se levanta por todos los costados a cada pisada nacional. Pero seguimos en Venezuela sufriendo las inclemencias de una crisis económica que amenaza con borrarnos de la faz de la tierra y que condena a los ciudadanos que apostaron a la revolución a la peor pesadilla de su historia.

Aquí solo queda un pueblo de hojas condenado a la miseria colectiva y con una inflación de dos mil mil que ha sido anunciada como de cuatro mil para finales de 2019 y que condena a los ciudadanos a la desaparición de la faz de la tierra. Eso es lo que está planteado en teoría económica y ratificado en escritos de hombres serios en esa materia como José Guerra, pues el riocaribero economista con experiencia en el Banco Central de Venezuela y el otro no menos legendario economista Luis Vicente de León que han señalado contundentemente que la crisis se acelerará hasta llegar a niveles insostenibles. Pero aun así sigo soñando esperanzas en ese coraje de nuestros libertadores que se regó por el alma nacional y debe salir a flote en algún momento para recuperar la patria de Bolívar.

Este es el momento cuando Venezuela necesita de sus ciudadanos para salir de esta trampa de la historia y levantar vuelo hacia la bonanza económica que le devuelva la paz social al país soñado. Si a esa nación que ha sido bendecida por Dios con tantas riquezas naturales y humanas que equivocó su plan de vuelo buscando dorados políticos para terminar presos de nuestros propios errores históricos. Vamos a salir de esto para celebrar el día más grande de la historia nacional. Es la hora del país y todos nos necesitamos para la grandeza. Vamos a seguir soñando esperanzas.