Porlamar
28 de marzo de 2024





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Carlos Stohr: Trascendencia terrenal
Un libro, "Rastros y rostros de Margarita", fue tu última creación. Un regalo inextinguible que dejaste al terruño que tanto amaste. La portada, la Virgen del Valle, espiritualidad encendida en el alma del ñero; la contraportada, tu rostro, esa mirada profunda y llena de satisfacción.
Tarcisio Rodríguez

17 Feb, 2018 | Una brisa fría sacudió la piel del silencio. La lejanía deshizo fronteras para evitar distancias. Un barco surcó mares de lágrimas para abrir caminos de sueños. Atrás quedó anclado el amor ancestral. El horizonte era una incógnita. El azar viajó sin boletos. No hubo despedidas para calmar dolores.

Se acabó la tarde. No alcanzó la noche. Tus ojos se cerraron. ¡Otro dolor! El reloj detuvo su tic tac. El cielo se hizo más azul. La luna se ausentó. Una vida colmada de amor para entregar a granel. Ese viaje que atormenta la conciencia. Ese viaje que desangra el corazón. El viaje inevitable.

Tu familia llenó los espacios que en el transitar de la adolescencia habían quedado vacíos. Tu esposa, Karen, fue la musa de tu existencia. Ella le dio esencia a tu vida. Ella te hizo ver el mundo más allá del mundo. ¡Cuántos años juntos! ¡Cuánto compartir! Tus hijos fueron el compendio de ese amor infinito. De esa relación sin límites. Donde amor y dolor se comparten. ¡Cuánta unión! Te trataron como tesoro invalorable. Ellos dieron rienda suelta a tus inquietudes. Esa terquedad de la edad, que ellos entendían.

Tú hurgaste el alma profunda de la margariteñidad. Rescataste el pasado de nuestra intimidad. Nuestras raíces. Nuestros ancestros. La idiosincrasia. La pureza y nobleza de lo que somos. ¡La identidad! ¡Cómo no agradecerte tan sublime gesto! ¡Cómo no llorar tu ausencia! ¡Cómo no dedicarte esta prosa poética, si tengo el alma rota! La noche sigue, y tú serás, gran hombre, la noche eterna de la vida.

Un libro, "Rastros y rostros de Margarita", fue tu última creación. Un regalo inextinguible que dejaste al terruño que tanto amaste. La portada, la Virgen del Valle, espiritualidad encendida en el alma del ñero; la contraportada, tu rostro, esa mirada profunda y llena de satisfacción.

Tu nombre brillará por siempre como luz infinita de amor. Tu recuerdo trascenderá los colores del tiempo; y yo esperaré, en silencio, tu regreso.




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