15 Feb, 2018 | Jugaste con las piedras a tu antojo y con algunos destellos de la noche andina del Páramo. Con tus manos artesanas hiciste la iglesia y una de tus tantas cumbres… ¡San Rafael de Mucuchíes! Se repitieron infinitas lunas en aquellos cielo fríos y helados en los huesos, de esos Andes de por ahí. La libélula fue recogiendo sus estrellas y se marchó regando su exquisita fragancia de Rocíos en la Serranía. Su ébano cautivador. Permanencia... y lo que miraron nuestros ojos fue indescriptible, conmovedor... ¡La millonaria Sierra venezolana que tanto ignoramos! Viento frío que no cesa y un sol débil que no deja de sentir.

Ruana, cobija, sombrero de ajetreo, bigotes como mostachos de barbas de palo de los de Caripe; ropaje de bregas y alpargatas amarradas. Su piel, mirar, voz, reciedumbre. Un Señor de la Venezuela Contemporánea... ¡Juan Félix Sánchez, el Dios y Señor de las Piedras! ¿La Montaña? El… Lenguaje en lo de cultivar la tierra. Artesanía. Arriero. Tejedor y titiritero de los niños, arquitecto integrador de las necesidades humanas… ¡Trashumante! ¡Vaya títulos los de este aero física y químicamente puro, de Los Andes Venezolanos! Y utilizó La Sierra para vencer la piedra. La picó, rompió y embelleció. Sobria y soberana como Él. Manos de acerado frailejón y fragua cotidiana. Cincel y torno natural. ¡Crisol! Gracias a Él se pudo lograr El Poema de Las Manos, en su máxima hechura; porque Juan Félix se comunicó con el Universo a través de su universo ¡Con cuánta facilidad!

Cuando lo vi por vez primera me quedó mirando y me dijo con leve sonrisa “tú no eres de este mundo” y no aceptó aclaratorias sobre eso. Palabras que guardo con el debido respeto que este Maestro se merece. Juan Félix se nos ha marchado e, imaginarán la conmoción que me produjo esta lamentablemente partida. Él era así, con la hermosa virtud de medir sus palabras. ¡Lacónico! ¿Y sus ojos? Como 2 puyas divinas, 2 soles escudriñadores y energía que entraban en uno y lo revisaban todo. Adentro… ¿Y su voz? Largo y susurrante silencio de serranía y frailejón. De ayudar, convocar, redimir, advertir y obligar a hacerlo… ¡Lograrlo o por lo menos intentarlo! Musical y preciso. Santificado. Por eso no admitirá olvido.

El silencio de las piedras en su profunda obra manual se encargará de cantar su nombre y victoria por todos los ámbitos del mundo y la humanidad coreará este cuadro de amor y esperanza, que, es Él. ¡Existió para hacerse su propio milagro! Como el que hizo El Ernesto “Viejo” y se nos quedó Pampatar! ¿Fábula, memoria o realidad? ¿Humanidad? ¡Hombre y naturaleza! Manos para convencer al mundo de que el hombre existe y, es la máxima criatura de este desmembrado Planeta. Irónico. Sin extenderse en parlamentos y discursos… “¿Qué cómo lo hice? ¡Pegúntale a las piedras de la sierra! ¡Ese cristico de piedras que ve ahí le podría responder, si, usted se lo merece!”. El Dios y Señor de las Piedras, San Rafael de Mucuchíes, en Tisure la Serrana Montaña. Del pico sagrado e inmenso, donde, un frailejón es la medalla de su portentoso escapulario!

¿Azul?