13 Ene, 2018 | Dentro de las premisas económicas clásicas, está algo llamado poder de compra. Sin embargo, la experiencia deja claro que en las transacciones caóticas hay cualquier cosa, menos poder. En esta semana estaremos hablando acerca de las incongruencias diarias en las que negociamos lo único que realmente nos pertenece: el poder.

El año pasado me estuve leyendo un controvertido libro llamado "Las 48 leyes del poder", que siendo lectura común para quien está en puestos de liderazgo, sigue siendo lo último que un individuo común en la calle se dignaría a leer… aunque lo usen en su contra día y noche.

El poder, en este caso el de compra, está relacionado con el valor personal. Una persona que solo sea reaccionaria del sistema, siempre terminará pensando que llevarse dos de aquello que es caro, es una decisión inteligente. El problema está cuando se acostumbra a llevarse dos, tres y cuatro de aquello que luego llama escaso. No, no es escaso… lo hacemos escaso.

Tal vez la ejecución del poder de compra sea elegir no comprarlo, o buscar productos alternos o sencillamente revisar las prioridades. En mi casa no hay televisión desde hace seis años, no tengo vehículo desde hace cuatro años, y sin embargo dispongo de más tiempo para aquello que sí tiene sentido en mi vida. Mi mente, mi atención y mis recursos los pongo a la orden de mi poder personal, aquello que suma para mí.

Conozco personas en Venezuela que descubrieron que era mejor vender aquello que les quitaba la paz, porque aferrarse a lo que ya no nos sirve, es también atentar contra nuestro propio poder.

Te invito a hacerte una pregunta simple: ¿estás ejerciendo tu poder?

Hoy es un momento para redefinir cómo queremos vivir… tengamos poco o tengamos mucho.

Gracias por existir.