Porlamar
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Islamar y Orinoco
El nuevo Plan de la Patria abre espacio para un tema fundamental: la producción. El proceso bolivariano tiene posibilidades de continuar adelante si logramos producir para garantizar la soberanía alimentaria de la que tanto nos habló Chávez.
Pedro Salima | psalima36@gmail.com

12 Ene, 2018 | El pasado sábado 6 de enero se abrió el debate participativo para darle vida al Plan de la Patria 2019-2025. Nos tocó formar parte de las mesas de trabajo en el Teatro Municipal de Porlamar. El domingo 7 estuvimos en la comunidad de Los Restos. Al margen de las observaciones que tenemos al llamado a hacer un nuevo Plan de la Patria sin pasar por una revisión seria del legado que nos dejó Chávez en su Plan de la Patria y en "Golpe de timón", y obviando las críticas que tenemos a la forma de un debate que debe ser lo más participativo, democrático y colectivo posible, consideramos ineludible el compromiso de aportar algunas ideas o propuestas; además de lo positivo que resulta darle al pueblo organizado la posibilidad de aportar a la construcción de este plan que en lo teórico nos habla del rumbo al socialismo.

El nuevo Plan de la Patria abre espacio para un tema fundamental: la producción. El proceso bolivariano tiene posibilidades de continuar adelante si logramos producir para garantizar la soberanía alimentaria de la que tanto nos habló Chávez. Para cumplir con este reto no podemos confiar en la empresa privada, ni podemos colocar en bandeja de plata nuestra soberanía a la inversión extranjera. Por supuesto, no significa ponerle fin a la producción del sector privado, bienvenida sea, pero no podemos confiar en quienes se han comportado como criminales hambreadores para acabar con el proceso bolivariano. Le toca al Estado con el poder popular asumir esta tarea. Para ello debemos partir de la recuperación de las empresas del Estado que hoy se encuentran en condiciones de abandono o de olvido. Allí están los centrales azucareros, las empresas productoras de café y cacao, las haciendas plataneras, Industrias Diana, la Planta de Helados Alfredo Maneiro y tantas otras. Hay otros proyectos que falta concretar. La desidia, la complacencia con generalotes que han sido pésimos administradores, no nos pueden detener.

Si revisamos en la región insular nos tropezaremos con dos esenciales proyectos productivos. Son ellos Islamar y el hoy productivo a medias Hato Orinoco. Ambos ubicados en el municipio Tubores.

Islamar es un proyecto de grandes magnitudes, pero está allí, sin impulso, olvidado, nadie se acuerda del mismo. Esta planta procesadora de pescado fue inaugurada en 2012 para ser parte fundamental del logro de la soberanía alimentaria; pero como tantos otros proyectos de Chávez, está en el olvido. A la vuelta de los años ha terminado en una pequeña bodega que apenas funciona para la venta de muy pocos productos.

El Hato Orinoco ha corrido con un poco más de suerte, sigue allí, con el esfuerzo diario de varios productores agrícolas. A medias, pues hay demasiados terrenos otorgados que esperan por las manos de los beneficiarios. Terrenos solos, a la buena de Dios. Varios de los productores que allí dejan sus esfuerzos consideran que si todos los terrenos estuviesen trabajando, con las cosechas se surtiría toda la isla de producción agrícola. A estos entuertos raros, propios de nuestro país, le agregamos las condiciones de trabajo de estos productores. No son las mejores para incentivarlos a quedarse allí, a hacer su vida como gente de campo.

Justo es volcar la mirada sobre estos proyectos.




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